Pure Country 2: El Don (2010)

‘Pure Country 2: El Don’ es, en su esencia, una película que evoca la nostalgia de una época en la música country que ya no existe, y lo hace con una generosidad de espíritu que, a pesar de sus evidentes limitaciones, logra ser sorprendentemente agradable. La película, dirigida por Robert Lorenz, no pretende revolucionar el género; busca, en cambio, ofrecer un entretenimiento ligero, un paseo por un paisaje sonoro melancólico y una reflexión sobre el precio del éxito, aunque esta última quede a menudo en la superficie. Lorenz crea un ambiente rural americano cálido y familiar, aunque la estética, a veces, se siente un poco forzada, como si intentara demasiado emular las producciones de los años 80. La banda sonora, sin duda, es uno de los puntos fuertes del filme: la música country, llena de honky-tonk y melodías pegadizas, es un verdadero deleite, e incluso podría valer la pena la película por sí sola.

El núcleo de la trama, la historia de Bobbie, interpretada con una vulnerabilidad creíble por Katrina Elam, se basa en una premisa interesante: un trío de ángeles concede a una joven el talento para convertirse en una estrella de country. Sin embargo, la ejecución de esta premisa resulta algo deslucida. El guion, coescrito por Lorenz, se centra demasiado en la predicación moralizante que acompañan a la música country, en lugar de explorar la ambición y las decisiones personales de Bobbie. Los diálogos, en ocasiones, se sienten predecibles y repetitivos, lo que resta dinamismo a la narrativa. A pesar de ello, Elam ofrece una actuación sólida, transmitiendo con eficacia el conflicto interno de una chica que lucha por cumplir sus sueños, pero también por cumplir con las expectativas que la música y su propio ángel guardián le imponen.

El reparto secundario, conformado por veteranos como James Handy y Jack Hansen, aporta una autenticidad palpable al ambiente rural. Hansen, en particular, se desenvuelve con naturalidad en el papel de un hombre de la música consumado, ofreciendo momentos de humor y sabiduría que contrastan con la seriedad de la trama principal. La película, en su fondo, es una alegoría sobre la búsqueda de la fama y el precio de la integridad. Explora la idea de que el éxito, en el mundo de la música, puede venir a costa de sacrificios personales y de perder la conexión con las raíces. Aunque el mensaje es claro, su presentación carece de profundidad y originalidad.

En definitiva, ‘Pure Country 2: El Don’ es una película entretenida pero no especialmente memorable. Si buscas un escape a un mundo musical más clásico y con una banda sonora excelente, no te decepcionará. Sin embargo, si esperas una historia compleja o un guion brillante, deberías buscar tu entretenimiento en otra parte. La película se mantiene en un terreno confortable pero sin aportar nada realmente nuevo al género.

Nota: 6/10