Push (2009)

“Push” es una película que, a pesar de su relativa oscuridad y presupuesto modesto, logra generar una atmósfera tensa y un suspense que, en el fondo, trasciende las limitaciones de su ejecución. La cinta, dirigida por Neil Marshall, no busca la espectacularidad visual que caracteriza a otras producciones de ciencia ficción, sino que se enfoca en la supervivencia y en la desesperación de sus personajes, lo que la convierte en una experiencia cinematográfica más visceral que grandilocuente.

La premisa, un servicio secreto gubernamental que crea soldados con poderes psíquicos mediante manipulación genética, es intrínsecamente interesante y Marshall la explora con una crudeza que no siempre es agradable, pero sí efectiva. La película no se adentra en la justificación ética de sus actos; simplemente presenta la realidad sombría de un mundo donde la resistencia es prácticamente imposible. El guion, aunque a veces se apoya en convenciones del género, logra mantener el ritmo y la tensión gracias a una estructura narrativa lineal pero eficiente, centrada en la persecución de Kira y en la lucha por la supervivencia de Nick y Cassie. No obstante, debo reconocer que la trama a veces cae en clichés del thriller psicológico y algunas explicaciones sobre los poderes psíquicos son un tanto apresuradas.

Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Jamie Beetlestone como Cassie. Su interpretación es convincente, transmitiendo la vulnerabilidad y la determinación de una niña que debe enfrentarse a un mundo despiadado. Vincent Pastore, en el papel del agente Delmar, ofrece un retrato perturbador y memorable de un hombre consumido por la paranoia y la ambición. La química entre Beetlestone y Pastore es uno de los puntos fuertes de la película, creando una dinámica interesante entre la inocencia y el maldad.

La dirección de Marshall es, en general, competente. Utiliza el movimiento de cámara, la iluminación y la banda sonora de forma inteligente para crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica. Los enfrentamientos físicos son brutales y realistas, con escenas de violencia gráfica que no buscan la explotación gratuita, sino que sirven para intensificar la sensación de peligro inminente. Sin embargo, algunos planos largos y contemplativos, aunque estéticamente agradables, a veces interrumpen el ritmo dinámico de la película. La película no rehúye de mostrar la brutalidad de la División, y la ejecución de sus agentes es, sin duda, escalofriante. El diseño de producción contribuye significativamente a la atmósfera, con entornos urbanos decadentes y personajes visualmente distintivos.

En definitiva, “Push” es una película que, aunque no sea una obra maestra, merece la pena ser vista por aquellos que disfrutan del thriller de acción con elementos de ciencia ficción y un toque de horror psicológico. Su historia, a pesar de sus defectos, genera tensión y provoca reflexión sobre los límites de la ciencia y la ética. Es un ejercicio de suspense bien ejecutado, que permanece en la memoria por su atmósfera intensa y sus momentos de brutalidad.

Nota: 7/10