Fuera de control (1999)

“Fuera de control” (Controllor), dirigida por James Gray, no es una película que te sorprenda con giros argumentales espectaculares o efectos visuales impactantes. Se trata de un estudio psicológico sutil y a la vez visceral sobre la obsesión, la ambición y la fragilidad humana, todo ello envuelto en el bullicio y la presión de un aeropuerto de Nueva York. Gray consigue, con una cuidada dirección y un ritmo pausado, construir una atmósfera tensa y claustrofóbica que se siente casi palpable para el espectador.

La película se centra en Nick Falzone (Brian Cox), un controlador aéreo veterano que se ha convertido en una leyenda del aeropuerto John F. Kennedy. Su dominio, su meticulosidad y su capacidad para mantener el orden en medio del caos son legendarios, y él mismo lo sabe. Cox ofrece una actuación magistral, transmitiendo la arrogancia, la frustración y la soledad de un hombre que ha dedicado su vida a este trabajo. No es un villano en el sentido tradicional, sino un personaje complejo, un hombre consumido por la necesidad de control y la certeza de su propia superioridad. La película se beneficia enormemente de su interpretación, que va más allá de la descripción física del personaje, llegando a revelar sus miedos y sus vulnerabilidades.

La llegada de Russell Bell (Matt Damon) representa un punto de inflexión en la vida de Falzone. Bell, un controlador más joven, impulsivo y con una necesidad insaciable de demostrar su valía, desencadena una rivalidad personal y profesional que se intensifica a medida que la presión aumenta. Damon aporta una interpretación naturalista, sin caer en estereotipos. Su personaje se presenta como alguien impulsado por una búsqueda de validación, un hombre que lucha contra sus propios demonios y que, en un sentido, se ve reflejado en la figura de Falzone. La dinámica entre ambos actores es el corazón de la película, y sus interacciones, llenas de tensión y sarcasmo, son el motor de la trama.

Gray no se limita a mostrar las complejidades de la profesión de los controladores aéreos. Profundiza en la naturaleza humana, explorando temas como el aislamiento, la adicción, la pérdida y la búsqueda de significado. La película, aunque centrada en el ambiente del aeropuerto, es en esencia una meditación sobre la soledad del éxito y la fragilidad de la condición humana. El diseño de producción es impecable, recreando con gran detalle el bullicio y la complejidad del entorno del aeropuerto. La banda sonora, discreta pero efectiva, contribuye a crear una atmósfera de tensión y suspense. A pesar de su ritmo pausado, la película mantiene la atención del espectador gracias a su dirección cuidada y sus excelentes actuaciones.

Sin embargo, la película podría haberse beneficiado de un desarrollo más profundo de algunos personajes secundarios y de una mayor exploración de las consecuencias emocionales de la profesión para aquellos que no están en el centro de la trama. No obstante, “Fuera de control” es una película inteligente, bien actuada y visualmente atractiva, que ofrece una reflexión sobre la naturaleza humana que perdura mucho después de que la pantalla se apaga.

Nota: 7.5/10