“¿Qué fue de los Morgan?” (What Happened to Baby Jane?) es una película que, a pesar de su edad, sigue generando debate y fascinación. La película de Robert Aldrich, reeditada recientemente con un nuevo enfoque en la calidad de imagen y sonido, es mucho más que un simple thriller de suspense; es una radiografía perturbadora de las relaciones maritales y el deterioro de la salud mental, envuelta en una atmósfera de opresión palpable y una dirección impecable.
El guion, adaptado de la obra teatral de Fernley Mann y Samuel A. Taylor, se basa en una premisa sencilla pero excepcionalmente inquietante: dos mujeres, Meryl (Marilyn Monroe) y Jane (Elizabeth Taylor), ligadas por un pasado tormentoso, comparten una casa y una mansión en el aislado pueblo de Hawthorn, Wyoming. La tensión es constante, cultivada con maestría por la escritura y la dirección. Aldrich no se limita a mostrar la confrontación; explora las raíces del resentimiento entre las dos protagonistas, tejiendo una red de secretos, mentiras y una profunda envidia que les consumen. La narrativa no es lineal; se alterna entre flashbacks que revelan fragmentos del pasado, creando un efecto de desvelamiento gradual que mantiene al espectador en vilo y obligándolo a cuestionar la veracidad de lo que ve.
Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor ofrecen interpretaciones magistrales. Si bien la química entre ellas, en el sentido romántico, es inexistente, la energía dramática y la intensidad emocional que aportan a sus roles son innegables. Monroe, en un papel que a menudo se considera desafiante, domina la pantalla con una vulnerabilidad y un ardor que contrastan de manera dramática con la dureza de Jane. Taylor, por su parte, está en plena forma, proyectando una frialdad calculadora y una amargura corrosiva que la convierten en una villana (o, quizás, en una víctima) irresistiblemente fascinante. La dirección de Aldrich se centra en las miradas, los gestos y las expresiones faciales, utilizando el lenguaje corporal para transmitir la complejidad de sus personajes y la creciente paranoia que los consume. La puesta en escena, con la opulencia decadente de la mansión Morgan, contribuye a la atmósfera claustrofóbica y ominosa que impregna la película.
Es importante destacar que, a pesar de su éxito, la película no está exenta de ciertas críticas, especialmente por su tratamiento de la locura y la salud mental. Sin embargo, en el contexto de la época, y considerando la visión de Aldrich, estas decisiones narrativas son comprensibles y, a menudo, perturbadoramente efectivas. “¿Qué fue de los Morgan?” no es una película fácil de ver, pero es una obra cinematográfica memorable que, gracias a la reinterpretación moderna, es ahora tan rica visualmente como emocionalmente. La película permanece como un ejemplo brillante del thriller psicológico y una reflexión sobre el poder destructivo del odio y la venganza.
Nota: 8/10