¡Qué no hacer con un millón de dólares! (1993)

“¡Qué no hacer con un millón de dólares!” es una comedia negra con un ritmo frenético que te mantiene pegado a la pantalla, aunque no siempre por las razones correctas. La película, dirigida por Jon Lucas y Scot Hughes, se basa en una premisa sencilla pero tremendamente interesante: un hombre desfavorecido se topa con una oportunidad única para cambiar su vida, y la lógica de su decisión (y sus consecuencias) se convierte en el núcleo central de la trama. La película consigue, al menos inicialmente, generar tensión y un palpable sentido de peligro, lo cual es crucial para un género que busca entretener al mismo tiempo que propone una reflexión sobre la codicia y las consecuencias de nuestros actos.

La dirección se muestra bastante ágil y se vale de cortes rápidos y diálogos serrados para construir la atmósfera de caos y paranoia. Hay momentos brillantes donde la película juega con la idea de la desconfianza y el suspense, pero también se permite excederse en algunas escenas, llegando a un punto donde la comedia se diluye en un torbellino de situaciones absurdas. No obstante, el ritmo constante y la energía palpable de la película son, en gran medida, un acierto. Se percibe que los directores querían crear una experiencia de consumo cinematográfico, un despliegue visual y sonoro constante que mantenga al espectador alerta.

La actuación de Adam Scott como Joey Coyle es, sin duda, el punto fuerte de la película. Scott ofrece una interpretación magistral, logrando transmitir la evolución de un hombre que, de un simple trabajador en paro a un individuo obsesionado con la riqueza, con una naturalidad y un humor negro que son realmente conmovedores. Acompañado de un elenco de secundarios igualmente competente, especialmente una Kristen Bell que aporta frescura y sarcasmo al papel de una mujer investigadora, la química entre los actores contribuye enormemente al éxito de la historia. El resto del reparto cumple con creces, aportando matices y vitalidad al resto de personajes.

El guion, si bien ingenioso en su planteamiento y efectivo en su construcción de la tensión, exhibe algunas inconsistencias en su desarrollo. A veces, la trama se complica innecesariamente, introduciendo personajes y situaciones que no aportan mucho al avance de la historia. El humor, aunque presente, no siempre encuentra su ritmo. A pesar de ello, la película plantea preguntas interesantes sobre la moralidad, la justicia y la naturaleza humana, invitando al espectador a reflexionar sobre lo que haría él mismo ante una situación similar. La propuesta no es innovadora, pero la ejecución es sólida, y la película se aprovecha de una premisa atractiva y de la interpretación de un protagonista cautivador.

Nota: 7/10