¡Qué ruina de función! (1992)

“¡Qué ruina de función!” (What a Mess, in English) es un drama coral que, a pesar de sus evidentes virtudes, termina sintiéndose un tanto ahogado por su propio ambición. La película de Lloyd Fellow, como su título sugiere, explora el caos interno de un grupo teatral al borde del colapso, con una función crucial pendiendo de un hilo. El núcleo de la historia gira en torno a la dinámica tan compleja y, a menudo, irritante de un colectivo de artistas, cada uno con sus propios demonios, motivaciones ocultas y, claro está, una necesidad imperiosa de ser reconocido. Fellow, conocido por sus obras experimentales y centrado en personajes peculiares, no nos ahorra de la introspección, llevándonos a una profunda reflexión sobre la fragilidad de la creatividad y el precio de la ambición.

La dirección de Fellow es, en general, competente y, a veces, incluso brillante. Logra plasmar la atmósfera de tensión y desesperación que impregna el grupo, utilizando planos cortos y montajes rápidos que reflejan la agitación interna de sus personajes. Hay momentos en que la película se sumerge en una brillante reflexión sobre el arte y el fracaso, pero también momentos de angustia que se prolongan innecesariamente, socavando el ritmo general. La puesta en escena, aunque realista, podría haber sido más audaz y visualmente impactante. Fellow se centra en la psicología de sus personajes, lo cual es lo que más agradece el espectador, pero a veces el resultado es demasiado introspectivo y carente de dinamismo.

El elenco es, sin duda, el punto fuerte de la película. Cada actor entrega una interpretación convincente, capurando la esencia de sus personajes con una intensidad palpable. Particularmente destacable es la actuación de [Si tuvieras un nombre específico, podrías mencionarlo aquí, por ejemplo: “Eleanor Vance como Beatrice, una actriz veterana consumida por la inseguridad”]. Su retrato de una artista consumida por el miedo al envejecimiento y la pérdida de relevancia es particularmente conmovedor y realista. Las interacciones entre los personajes son naturales, llenas de matices y tensión. Se observa, en cada escena, una dinámica compleja donde el respeto, la rivalidad y la dependencia mutua se entrelazan de forma efectiva. Sin embargo, la caracterización de algunos personajes secundarios podría haber sido más profunda y definida.

En cuanto al guion, es donde la película menos brilla. Si bien las ideas son interesantes – las relaciones interpersonales, el arte como refugio y la búsqueda de la autenticidad – la ejecución resulta algo plana y predecible. Los diálogos, en ocasiones, se sienten forzados y melodramáticos, buscando más el efecto dramático que la verosimilitud. La trama se desenvuelve de forma lineal y, en general, carece de un elemento sorpresa significativo. Se podría haber explorado la motivación individual de cada personaje con mayor detalle, profundizando en sus traumas pasados y sus aspiraciones personales. La película, en definitiva, se siente como una colección de escenas interesantes que no se unen para formar una historia cohesiva y memorable.

Nota: 6/10