“¡Qué tía la C.I.A.!”, la última propuesta de la dirección de Justin Lin, se presenta como una explosión de acción y un ejercicio de pura comedia de acción, y en ese aspecto cumple su cometido con una notable eficacia. Sin embargo, tras la adrenalina inicial, la película revela una fragilidad estructural que la convierte en una experiencia entretenida, pero superficial. Lin, conocido por su maestría en las escenas de persecución y el ritmo trepidante, despliega sus habilidades con un virtuosismo evidente, construyendo secuencias de acción visualmente impactantes y coreografiadas con una precisión admirable. Desde la explosión inicial en un restaurante hasta la huida a pie a través de la ciudad, la película nunca se detiene y, en ese sentido, logra mantener la atención del espectador. La dirección es, sin duda, el punto fuerte de la película; Lin sabe cómo maximizar el impacto visual y crear momentos de tensión y humor a partes iguales.
La película depende, en gran medida, de las actuaciones, y aquí también encontramos un equilibrio entre lo exitoso y lo menos logrado. Rhys Ifans, como el agente internacional soviético Dimitri, ofrece una interpretación exagerada pero divertida, entregando un personaje memorable en su torpeza y su pasión por el jazz. Donald Sutherland, en el papel del agente de la C.I.A., aporta un matiz de seriedad y experiencia, aunque su presencia se ve un poco eclipsada por la exuberancia de los otros personajes. Sin embargo, la actuación de Mark Wahlberg como Carlos es, en mi opinión, la más débil de la película. Si bien se esfuerza por proyectar el aspecto del "chico común arrastrado al caos", su interpretación resulta a veces plana y carente de profundidad, lo que afecta al impacto emocional de la historia.
El guion, escrito por T.J. Scott y Matthew Gerald, presenta un planteamiento original, aunque la ejecución le falte pulido. La trama, que combina la espionaje internacional con la comedia, se desenvuelve de forma predecible y, en ocasiones, resulta inverosímil. Los diálogos son, en general, funcionales, pero carecen de ingenio y personalidad, y la historia recurre a clichés propios del género de espionaje. Si bien la premisa de un hombre ordinario involucrado en un conflicto internacional es atractiva, el desarrollo de la trama se complica con demasiados giros y subtramas, lo que diluye el mensaje principal y resta credibilidad a la historia. A pesar de esto, la película consigue crear momentos de humor inesperados y algunos diálogos memorables, aunque a menudo a expensas de la coherencia narrativa. La banda sonora, llena de temas de jazz y música electrónica, complementa a la perfección el ritmo frenético de la película, creando una atmósfera vibrante y emocionante.
En definitiva, “¡Qué tía la C.I.A.!”, es una comedia de acción estimulante, llena de acción y efectos especiales, pero que carece de la profundidad y el desarrollo necesarios para convertirse en una película memorable. Ofrece entretenimiento puro y sin complicaciones, pero no dejará una huella duradera en la memoria del espectador. Es una película para ver con la mente abierta y sin pretensiones, disfrutando de la acción y las situaciones absurdas. Es una producción sólida, pero que podría haber alcanzado un mayor nivel de calidad.
Nota: 6/10
