Quemando ruedas (2009)

“Quemando ruedas” (Burning Wheels), dirigida por Ben Kenens, es una película que, aunque no rompe moldes ni redefine géneros, ofrece un pequeño placer cinematográfico gracias a su particular mezcla de comedia, drama y romance, con un toque de humor negro. La película, a primera vista, podría parecer una comedia romántica estándar, pero bajo la superficie se encuentra una reflexión, aunque algo forzada, sobre la soledad, el anhelo y la búsqueda de la felicidad en lugares inesperados.

La película se centra en Don Ready (Aaron Paul, en una actuación notable), un vendedor con una vida aparentemente ordenada, pero en realidad, llena de inseguridades y una constante necesidad de validación. Su misión es salvar el concesionario de coches ‘Temecula Motors’ del borde del abismo. Lo que sigue es una secuencia de eventos aparentemente caóticos: una llegada a un pequeño pueblo, donde la cultura del automóvil se entrelaza con la vida nocturna, y la llegada de un club de strippers que se convierte en un punto central de la historia. La dirección de Kenens, aunque sencilla, es funcional. Logra mantener el ritmo a un nivel adecuado y la atmósfera del pueblo de Temecula se siente creíble, gracias a la fotografía y la elección de locaciones. Sin embargo, la dirección no se asume riesgos estilísticos que pudieran elevar la película a un nivel superior.

Aaron Paul, como siempre, ofrece una interpretación convincente. Don Ready es un personaje ambiguo, capaz de ser cínico y vulnerable al mismo tiempo. Su evolución a lo largo de la película es sutil pero efectiva. El resto del elenco secundario cumple su función, aunque algunos personajes quedan algo planos. El giro romántico central, aunque predecible para el espectador experimentado, es tratado con cierto matiz y aporta una capa de complejidad emocional al personaje de Don. La relación con la camarera del club de strippers, Sarah (Kathryn Jo Johnson), es el corazón de la película y se explora con una honestidad que evita la caricaturización.

El guion, sin embargo, es donde la película resiente más su falta de pulido. Si bien el ritmo es bueno, la trama se complica con un exceso de sub-tramas que no siempre se desarrollan con suficiente profundidad. Las referencias a la cultura del automóvil, aunque abundantes, a menudo se sienten forzadas y sirven más como un elemento decorativo que como una contribución significativa a la narrativa. La película podría haber beneficiado de una mayor concentración en el desarrollo de los personajes y una exploración más profunda de sus motivaciones. Las situaciones cómicas, en ocasiones, son un tanto torpes y carecen de la sutileza que podría haberlas elevado. La película ofrece momentos genuinos de humor, pero su ejecución no siempre es impecable.

En definitiva, “Quemando ruedas” es una película entretenida, pero no memorable. Ofrece una dosis de humor ligero y una agradable interpretación de Aaron Paul, pero su guion no alcanza un nivel que la distinga de otras películas del mismo género. Es una película que se disfruta con moderación, como un caramelo amargo: dulce al principio, pero con un retrogusto que no deja una impresión duradera.

Nota: 6/10