Quien tiene una suegra, tiene un tesoro (1983)

“Quien tiene una suegra, tiene un tesoro” es una comedia doméstica que, aunque no alcanza la brillantez de sus antepasados, ofrece un entretenimiento decente gracias a su enfoque en las complejidades de las relaciones familiares y el humor, a menudo incómodo, que se deriva de ellas. La película, dirigida con una sensibilidad que a veces se siente un poco calculada, se basa en una premisa aparentemente simple que rápidamente se complica con las consecuencias inesperadas de la muerte de la matriarca Monaham y sus peculiares condiciones para heredar su vasto patrimonio. La premisa, sin embargo, es un punto de partida sólido que permite a la película explorar temas como la ambición, la autoestima y las expectativas sociales.

La dirección de David Frankel, conocido por obras como “Cómo lo haces Taylor?”, maneja el ritmo de la película con soltura, equilibrando momentos de humor ligero con escenas de tensión dramática. Sin embargo, a veces parece que se apresura un poco demasiado, buscando el gag rápido en lugar de profundizar en las emociones de los personajes. La cinematografía, aunque agradable, no destaca particularmente, utilizando una paleta de colores apagados que refuerza la atmósfera de melancolía que impregna la película. La banda sonora, sin embargo, es efectiva y contribuye a la atmósfera general de la historia.

El reparto es, en general, sólido. James Garner, en el papel de Monty Capuletti, ofrece una actuación encantadora, capturando la mezcla de aparente compostura y vulnerabilidad que define al protagonista. Está lejos de ser un héroe tradicional, pero su honestidad y su deseo de hacer lo correcto hacen que sea fácil simpatizar con él. La actuación de Carol Burnett como la suegra, Monaham, es absolutamente magistral. Burnett logra infundir a su personaje con una mezcla de ferocidad, inteligencia y una pizca de desesperación, lo que la convierte en una antagonista memorable, incluso si, en el fondo, es un personaje que merece cierta comprensión. Otros actores de reparto, como Billy Crystal y Barbara Hershey, también cumplen con sus roles.

El guion, adaptado de la obra teatral de la misma época, presenta diálogos ingeniosos y situaciones cómicas, aunque en ocasiones recurre a clichés propios del género de la comedia familiar. La premisión de las restricciones impuestas a Monty Capuletti - abstenerse de beber, fumar, mentir, coquetear, etc. - proporciona un marco divertido y creíble para la exploración de su personaje y sus relaciones. Sin embargo, el guion a veces carece de profundidad emocional y se enfoca demasiado en el chiste fácil, perdiendo oportunidades para desarrollar más a fondo las motivaciones y los conflictos internos de los personajes. La tensión se construye bien, pero la resolución final, aunque satisfactoria, es un tanto abrupta. Se podría haber explorado más la implicación moral de las acciones de Monty y la complejidad del legado de la suegra.

Nota: 6/10