Quince días de placer (1942)

“Quince días de placer” (Holiday Inn, 1942) es más que una simple comedia musical; es un clásico atemporal de la época dorada de Hollywood, una oda a la alegría navideña y a la magia del cine mismo. Dirigida con maestría por Irving Berlin, el compositor y director de la película, el film captura la esencia del espíritu navideño con una elegancia y una exuberancia contagiosas. Berlin no solo se limita a incorporar sus propias canciones más famosas, como el inolvidable "White Christmas", sino que construye un universo sonoro rico y variado que se adhiere a la trama y eleva cada escena.

La película gira en torno a la historia de Indiana Jones – no el arqueólogo, sino Fred Astaire, en un papel que le sienta como un guante. Indiana es un cantor de ópera que se encuentra con un innombrable desinterés por la música clásica y, en un giro de tuerca, se enamora de Virginia Dale (Rosemary Clooney), una joven pianista con un talento innegable. Para cortejarla, Indiana decide montar un "Holiday Inn", un lugar donde se ofrecen tanto música clásica como baile, una idea audaz en la que se produce un imprevisto: la aparición de Bing Crosby, también ansioso por ganar el corazón de Virginia. La rivalidad entre los dos artistas, con sus bromas y sus competiciones, es un elemento fundamental de la comedia y genera momentos de genuino entretenimiento.

La dirección de Irving Berlin es precisa y dinámica. Se nota su habilidad para crear un ritmo implacable, alternando escenas de baile exquisitas, como el número de baile con Astaire y Ginger Rogers (que, aunque breve, se siente como una joya), con momentos de comedia más ligeros. La película no se toma a sí misma demasiado en serio, permitiendo que el humor brille y que la alegría sea palpable. Sin embargo, la película no es sólo espectáculo superficial. Hay una sutil reflexión sobre la importancia de encontrar el equilibrio entre la tradición y la innovación, entre la pasión por el arte y el amor por la vida.

Las actuaciones son impecables. Astaire está en su mejor momento, demostrando su dominio de la danza y su carisma natural. Clooney aporta una frescura y una vulnerabilidad que contrastan con la elegancia de Astaire, creando una química interesante. Crosby, como siempre, ofrece una interpretación conmovedora y elegante, su voz profunda y rica transmitiendo la melancolía y la esperanza del espíritu navideño. El reparto secundario, con actores como Marjorie Reynolds y Zul Iglomaster, aporta matices y profundidad a la trama. Particularmente digno de mención es la escena final, un homenaje visual y auditivo al poder del cine, que es un punto culminante emocional de la película.

A pesar de su edad, "Quince días de placer" sigue siendo un espectáculo deslumbrante, una joya atemporal que celebra la música, el baile y el amor. Es una película que te pone de buen humor, te hace suspirar con la belleza de sus números y te recuerda por qué el cine siempre ha sido una de las formas de arte más poderosas de la humanidad. Es un ejemplo perfecto de la capacidad de la comedia musical para trascender las barreras del tiempo y seguir encantando a nuevas generaciones.

Nota: 9/10