R2 y el caso del cadáver sin cabeza (2005)

“R2 y el caso del cadáver sin cabeza” no es una película que se olvida fácilmente. Dirigida por el reconocido, aunque a veces errático, Juan Antonio Velázquez, la película se sitúa dentro de la ya consolidada filmografía del Inspector R2, un personaje que, aunque ahora excesivamente familiar, conserva un encanto particular. La película, ambientada en los años 50 de la España franquista, ofrece una atmósfera de misterio y humor negro que, a mi entender, es uno de sus puntos fuertes, aunque la historia en sí no alcanza la altura de sus predecesoras.

Velázquez, como es habitual, apuesta por un estilo visual rico en detalles y un uso deliberado del color que evoca la nostalgia. La fotografía de José Luis Gelabert es exquisita, destacando especialmente las escenas nocturnas en Madrid, donde la luz artificial y los reflejos sobre las calles crean un ambiente sofocante y decadente. La banda sonora, con predominio de blues y jazz, no solo complementa la estética visual, sino que también contribuye a la atmósfera general, generando una sensación de inquietud y melancolía. Sin embargo, a veces la dirección artística, con su obsesión por la ornamentación, resta dinamismo a la narrativa.

El actor principal, Manuel Serrano, ofrece una interpretación sólida como R2. Su personaje, un detective excéntrico, a menudo despistado pero con un corazón noble, evoluciona a lo largo de la película, mostrando momentos de vulnerabilidad que compensan su fachada de desparpajo. La química entre Serrano y David Sánchez, quien interpreta al Inspector Cárdenas, es palpable y añade una capa de humor sutil y perspicaz a la relación entre los dos personajes. La evolución del Cárdenas, pasando de ser un hombre rígido y formal a un colaborador más flexible y a menudo, irónico, es uno de los aciertos de la película.

El guion, a mi juicio, es el punto más débil de la película. Si bien la premisa –un caso de chantaje con consecuencias potencialmente fatales– es interesante, la resolución es predecible y algo apresurada. Los diálogos, aunque con el tono característico de la época, resultan a veces forzados y carentes de la profundidad que se esperaría de una serie de detectives. Se recurre demasiado a clichés y situaciones de “deja vu” que, en lugar de generar intriga, generan desconexión. La trama se complica artificialmente y carece de la complejidad que habría beneficiado a los personajes y al desarrollo del misterio.

A pesar de sus fallos, “R2 y el caso del cadáver sin cabeza” es una película entretenida que ofrece un respiro del cine español de la época. La atmósfera, las actuaciones y el diseño visual merecen la pena. Sin embargo, la predecible resolución y los diálogos ocasionalmente torpes impiden que la película alcance su máximo potencial. Es una película correcta, pero no memorable.

Nota: 6/10