“RAD” es una película que, en su esencia, explora con una honestidad refrescante la búsqueda de la identidad adolescente, la presión familiar y, sorprendentemente, la adrenalina del BMX. La película, dirigida por Stephen Folger, se ancla en el corazón de un pequeño pueblo de California, presentando un microcosmos de ambiciones y frustraciones comunes a muchos jóvenes que se enfrentan a la encrucijada de sus futuros. El contraste entre el entorno rural y la pasión por el deporte extremo crea un espacio visualmente rico y evocador, un escenario perfecto para narrar la historia de un chico atrapado entre dos caminos: el deporte y la educación formal.
La dirección de Folger es notablemente enfocada en la acción y el movimiento. Las escenas de BMX son increíblemente dinámicas y realistas, lo que se debe a una clara colaboración con profesionales del mundo del deporte. No se trata de escenas exageradas o estilizadas; la película captura la habilidad, el riesgo y la pasión que impulsan a estos corredores. Hay un respeto por el deporte que se traduce en una autenticidad que es difícil de encontrar en producciones cinematográficas similares. Sin embargo, la dirección a veces se centra demasiado en la acción, relegando un poco el desarrollo de personajes secundarios, lo que puede resultar en algunas subtramas que no llegan a desarrollarse plenamente.
El elenco, encabezado por el talentoso Atticus Vance como Gus, entrega interpretaciones honestas y convincentes. Vance logra transmitir la conflictiva mezcla de ambiciones, frustraciones y un profundo amor por el BMX. Su interpretación es natural y creíble, capturando la esencia de un adolescente que lucha por definir quién es y qué quiere. Las actuaciones de los otros miembros del elenco, incluyendo a la hermana de Gus, también son sólidas, aportando profundidad a la dinámica familiar. Si bien la película no ofrece interpretaciones particularmente complejas, la entrega es consistente y contribuye a la credibilidad general de la historia.
El guion, escrito por Stephen Folger y Atticus Vance, es donde la película se muestra más vulnerable. Si bien la premisa – la elección entre el deporte y la universidad – es atractiva, el desarrollo de los personajes y las situaciones a veces carece de la profundidad que se esperaría. La película se basa demasiado en los clichés del género coming-of-age, presentando conflictos familiares y dilemas morales, pero sin ofrecer nuevas perspectivas o ideas particularmente originales. El ritmo puede sentirse algo desigual, con momentos de gran intensidad intercalados con pasajes más lentos que podrían haberse optimizado. A pesar de esto, la película logra plantear preguntas interesantes sobre la importancia de la identidad, la presión social y el significado del éxito.
En definitiva, “RAD” es una película que, aunque no llega a ser una obra maestra, logra ofrecer una experiencia visualmente estimulante y emocionalmente resonante. Es una película para aquellos que disfrutan del cine deportivo con un componente social. No es un hito, pero su honestidad y su enfoque en el mundo del BMX la convierten en una producción que merece la pena ver, especialmente para aquellos que buscan una alternativa a las películas de superhéroes más convencionales.
Nota: 6.5/10