‘Rafiki (Friend)’ no es simplemente una película romántica; es un torrente de emociones y una radiante denuncia de las rigidez social y la tradición que aún atenazan a la sociedad keniana. Dirigida con una sensibilidad exquisita por Wanuri Kahiu, la película se erige como un testimonio conmovedor de la lucha por la libertad personal y el derecho a amar, incluso cuando ese amor amenaza con desafiar las expectativas sociales.
La dirección de Kahiu es excepcional, logrando crear una atmósfera vibrante y realista que captura la esencia de Nairobi de una manera inmersiva. El uso de colores, la composición de los planos y la selección de locaciones son particularmente notables, subrayando tanto la belleza del paisaje urbano keniano como el conflicto interno de las protagonistas. El ritmo de la película es pausado, permitiendo que las relaciones entre los personajes se desarrollen de forma orgánica, a pesar de la urgencia de la trama. No hay grandes explosiones visuales, pero sí una constancia emocional que te atrapa desde el inicio y no te suelta hasta el final.
Las actuaciones son, en su gran mayoría, impecables. Millicent Amoako como Kena y Samantha Onyango como Ziki ofrecen interpretaciones honestas y palpables. El conflicto emocional que viven sus personajes se transmite con una vulnerabilidad que evoca empatía. Se sienten reales, imperfectas y con pasiones que definen su ser. La química entre las dos actrices es indudablemente palpable, y su interpretación del amor prohibido es, sin duda, el corazón de la película. Los padres, interpretados con contundencia por Raymond Dhirani y Angela Mbiti, representan la fuerza de las convenciones sociales, pero Kahiu les da la profundidad necesaria para que no se reduzcan a meros antagonistas. La inclusión de otros personajes secundarios, como los amigos de las protagonistas, añade realismo y complejidad a la narrativa.
El guion, co-escrito por Kahiu y Wanuri Kahiu, es donde 'Rafiki' realmente destaca. Más allá de la trama romántica central, la película aborda temas profundos como la homofobia, la discriminación, la desigualdad de género y el papel de la religión en la sociedad. La película no simplifica la complejidad de estas cuestiones; en cambio, presenta diferentes perspectivas con respeto y sin juicios morales. Es importante destacar que la película no trata el tema de la homosexualidad de manera explícita, sino a través de las consecuencias sociales y emocionales que esta causa en las vidas de las protagonistas. Este enfoque sutil, pero efectivo, permite que la película sea accesible a una audiencia amplia y al mismo tiempo, provoque la reflexión. El guion es inteligente, lleno de matices y refleja una comprensión aguda de las dinámicas sociales kenianas. Se nota el esfuerzo por presentar una visión honesta y respetuosa de la diversidad.
En definitiva, ‘Rafiki’ es una película importante, visualmente impresionante y emocionalmente resonante. No es solo una historia de amor, sino una película que desafía las normas, promueve la tolerancia y celebra la autenticidad. Es una obra que merece ser vista y discutida.
Nota: 8.5/10