Rahul Subramanian: Kal Main Udega (2018)

Rahul Subramanian ha logrado algo realmente singular con ‘Kal Main Udega’, una rutina de comedia stand-up que se desvía por completo de la estructura convencional y se adentra en un territorio de la improvisación y el absurdo que resulta, sorprendentemente, enormemente satisfactorio. La película, en esencia, no intenta contar una historia en el sentido tradicional; en su lugar, se presenta como un laberinto de pensamientos, reflexiones inconexas y observaciones aparentemente aleatorias que se ensamblan en una experiencia cómica profundamente personal y a menudo desconcertante. Y, debo admitir, es precisamente esa desconcertación la que la hace tan efectiva.

La dirección de Mark Smith es fundamental para la dinámica de la película. No se trata de una dirección pulida ni de un control estricto sobre el contenido. En cambio, Smith parece confiar plenamente en la espontaneidad de Subramanian, creando un espacio donde la improvisación florece sin restricciones. Esta elección narrativa se ve magnificada por la puesta en escena, que es deliberadamente minimalista, permitiendo que el foco permanezca exclusivamente en la comedia verbal y el espectáculo del comediante. La fotografía es práctica y funcional, sirviendo simplemente para registrar la energía y la actitud de Subramanian. La ausencia de elementos visuales recargados permite que la comedia se centre en el lenguaje y la presencia del artista.

La actuación de Rahul Subramanian es, sin duda, el corazón de la película. Su carisma es contagioso, y su capacidad para pasar de la introspección a la excentricidad en cuestión de segundos es asombrosa. No se trata de un humor fácil o de chistes prefabricados; Subramanian construye su comedia a partir de experiencias personales, vulnerabilidades y una aguda observación del mundo que le rodea. Hay momentos en que su nerviosismo y su torpeza encajan perfectamente con el tono general de la película, mientras que en otros momentos, su confianza y su brillantez brillan con intensidad. Lo más importante es que se siente genuino y conectado con el público, creando una atmósfera de complicidad y risa compartida. Su uso del lenguaje es rico y elaborado, con abundantes referencias culturales y personales que enriquecen la experiencia.

El guion, lejos de tener una estructura narrativa definida, funciona como un detonante para una cascada de ideas y asociaciones. A veces, estas asociaciones resultan francamente extrañas e incluso un poco desconcertantes, pero precisamente esta naturaleza aleatoria es lo que la hace tan refrescante y original. Subramanian no teme explorar temas delicados o controvertidos, pero lo hace con una honestidad y una vulnerabilidad que son sorprendentes. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones definitivas; simplemente invita al espectador a unirse al viaje del comediante y a cuestionar sus propias ideas preconcebidas. La película, en resumen, es un ejercicio de libertad creativa y una celebración del pensamiento lateral, con el humor como herramienta principal.

Nota: 8/10