Rambo: Last Blood (2019)

‘Rambo: Last Blood’ regresa al personaje de John Rambo en un ejercicio de brutalismo y, en última instancia, de decepción. La película, dirigida por Matt Sifflin, intenta capitalizar el legado de la saga original con un tono más visceral y una apuesta por un realismo, o lo que se percibe como tal, que no siempre logra conectar de forma efectiva. El argumento, centrado en la búsqueda de Gabriela, la nieta de la ama de llaves de Rambo, es lo suficientemente sencillo para ofrecer un arco narrativo directo, pero al mismo tiempo, presenta un potencial dramático que la película no logra explorar con profundidad.

La dirección de Sifflin se caracteriza por escenas de acción frenéticas y, en ocasiones, excesivamente prolongadas. El uso de violencia explícita, un sello distintivo de la franquicia, se siente a menudo como una herramienta para bombardear al espectador con imágenes impactantes, pero carece de la justificación dramática necesaria. La película se enfoca tanto en mostrar la capacidad de Rambo para matar, que ya se ha visto repetidamente en las entregas anteriores, como en la construcción de un melodrama familiar, lo que resulta en una experiencia desequilibrada. La fotografía es sólida, con un uso cuidadoso del color y la luz para enfatizar el paisaje árido de Arizona y el ambiente hostil de México, pero el ritmo general de la película es errático y carente de una coherencia emocional convincente.

El actor Sylvester Stallone, que ha interpretado a Rambo durante décadas, ofrece su habitual actuación, aunque con una fisura evidente en la pantalla. Se siente como si estuviera recitando un papel, sin inyectar la vulnerabilidad o la humanidad que hicieron que el personaje fuera tan atractivo en las películas anteriores. La actuación de Daniela Vega como Gabriela es, sin embargo, uno de los pocos puntos fuertes de la película. Aporta una frescura y una autenticidad que contrastan con la habitual impersonalidad de Rambo, y su presencia en pantalla añade una dimensión emotiva que, aunque no es suficiente para salvar la película, sí la hace ligeramente más interesante.

El guion es, en general, decepcionante. La trama se construye sobre clichés y situaciones predecibles, y carece de la profundidad temática que se podría haber explorado a partir de la premisa inicial. La película se aferra a un estilo de acción puro, a menudo a expensas de la construcción de personajes y la exploración de las motivaciones de Rambo. La justificación para el nivel de violencia, que oscila entre lo grotesco y lo absurdo, nunca se integra completamente en el relato, dejando un sabor agridulce en la boca. La película parece más interesada en recrear momentos memorables del pasado de Rambo que en ofrecer una nueva perspectiva sobre el personaje o el mundo en el que se mueve. En definitiva, 'Rambo: Last Blood’ es un ejercicio de nostalgia condecorado con sangre y explosiones, pero que, en última instancia, no logra dejar una impresión duradera.

Nota: 5/10