Rams (2020)

“Rams” es, en su esencia, una película sobre el peso del pasado y la desesperada necesidad de la reconciliación. Dirigida por Colleen Page, esta obra australiana se sumerge en el árido paisaje de la Australia Occidental, no solo para presentar un escenario visualmente impactante, sino para crear una atmósfera palpable de aislamiento y resentimiento. La película no busca entretener con acción, sino que se basa en la tensión silenciosa, en la incomunicación entre personajes que han sido, de hecho, separados por una herida profunda: la confrontación entre Colin y Les, dos hermanos de granja atrapados en una silenciosa y persistente guerra.

La dirección de Page es notable por su economía visual. No hay florituras innecesarias; la cámara se mantiene generalmente a distancia, observando la dinámica familiar con una sutileza que intensifica el impacto emocional. Se juega mucho con la luz y la sombra, reflejando la moralidad ambigua de los personajes y la dureza del entorno. La película transita con maestría entre el drama familiar y el thriller rural, sin nunca perder su núcleo: el conflicto entre dos hermanos. La cinematografía de Justin Kurby, con sus planos extensos y la utilización del color para marcar el estado de ánimo, eleva considerablemente la experiencia visual, dando vida al desolado paisaje australiano y, a su vez, intensificando la sensación de aislamiento.

Las actuaciones son, sin duda, el pilar fundamental de la película. Martin Doyl y Matt Day, como Colin y Les, ofrecen interpretaciones crípticas y magistrales. No hay sentimentalismo fácil, ni dramatismo excesivo. Sus personajes son complejos, con cicatrices emocionales visibles en cada gesto y mirada. Les, interpretado por Day, encarna una amargura contenida, mientras que Colin, representado por Doyle, irradia una soledad implacable. La química entre ambos actores es tensa, realista y, paradójicamente, conmovedora. Los papeles secundarios también son fuertes, especialmente el de Jack Thompson como el oficial de salud, un personaje con su propia agenda y, quizás, una cierta empatía oculta.

El guion, adaptado de la novela homónima de Jack Heath, presenta un conflicto central inteligente y bien construido. La amenaza de la enfermedad que afecta al carnero de Les, y la posterior orden de purga, sirve como catalizador para forzar una confrontación que lleva consigo décadas de rencores. Lo que realmente resalta es la forma en que la película explora las raíces de la enemistad entre los hermanos. No se ofrecen explicaciones simplistas; se muestra cómo experiencias traumáticas y decisiones individuales, a lo largo del tiempo, han erosionado su relación. La trama no es particularmente original, pero la ejecución es impecable. El ritmo, lento pero constante, permite que la tensión y el drama se desarrollen de forma orgánica, culminando en un clímax emocionalmente satisfactorio.

Nota: 8/10