Ratones y zorros. Una amistad de otro mundo (2021)

“Ratones y Zorros. Una amistad de otro mundo” no es solo una película infantil; es una meditación sobre la naturaleza del prejuicio, el potencial de la empatía y la sorprendente capacidad de romper las barreras que la sociedad (y las especies) nos impone. La dirección de Dean Jones es, en su totalidad, exquisita, tejiendo una atmósfera onírica y delicada que refleja la premisa central de la película: un encuentro inesperado entre dos antagonistas que, en su búsqueda de supervivencia, descubren que la verdadera amenaza reside en sus propias ideas preconcebidas. La película evoca un estilo visual muy similar a la mitología griega, con escenarios que recuerdan a los frescos de la antigua Italia, llenos de colores intensos y una iluminación que juega con la profundidad y la luz de forma magistral.

El guion, adaptado de un cuento de Fontaine de Chauncy, posee una inteligencia subestimada. No se centra en la acción convencional, sino en el desarrollo de la relación entre el ratón, Reynard, interpretado con ternura y vulnerabilidad por Russell Crowe, y el zorro, Frederick, magistralmente personificado por Antonio Banderas. Crowe logra transmitir la desesperación de un animal en peligro, su lucha por adaptarse y su creciente fascinación por el desconocido. Banderas, por su parte, aporta una calma y una profundidad al personaje de Frederick que van más allá de la típica representación del villano; revelando una soledad y un anhelo de conexión que es conmovedor. La química entre ambos actores es, sin duda, el corazón de la película y el motor de su mensaje. El diálogo, en su mayoría, es efectivo, presentando reflexiones filosóficas sobre el destino, la libertad y la búsqueda del significado en un mundo en constante cambio.

La banda sonora, compuesta por Dave Davies, complementa a la perfección la atmósfera de ensueño y la exploración de los sentimientos. Las melodías son evocadoras y, en varios momentos, alcanzan una intensidad emocional que intensifica la experiencia visual. Sin embargo, es importante reconocer que el ritmo de la película, deliberadamente pausado, podría resultar un obstáculo para algunos espectadores, especialmente para los más jóvenes. Se requiere paciencia para apreciar la belleza sutil y las introspecciones filosóficas que se ofrecen. No se trata de una película que te mantendrá al borde del asiento, sino que te invita a reflexionar sobre tus propias preconcepciones y a considerar la posibilidad de romper con los patrones establecidos. La película tiene un mensaje universal que trasciende las diferencias culturales y las barreras de la especie, recordándonos que la amistad puede florecer incluso en los lugares más inesperados.

Nota: 7/10