Razas de noche (1990)

‘Razas de la noche’ es una película que, a primera vista, podría pasar desapercibida en un mar de películas de terror. Sin embargo, bajo la superficie de una estética gótica y visualmente impresionante, se esconde una experiencia cinematográfica considerablemente más profunda y, debo decir, inquietante. La película no se preocupa por bombardear al espectador con efectos especiales deslumbrantes; en cambio, opta por una atmósfera de tensión sostenida, basada en la sugerencia y en la inquietud psicológica. La dirección de Rob Schmidt es, en definitiva, magistral. Mantiene un ritmo pausado que permite que las imágenes y los sonidos, cuidadosamente construidos, se sumerjan en la mente del espectador, generando una sensación constante de incomodidad.

La película se centra en el joven Silas, interpretado con una intensidad admirable por Ben Mendelsohn. Silas, atormentado por pesadillas recurrentes, se encuentra inexplicablemente atraído hacia un mundo subterráneo donde las leyes de la física y la lógica parecen haberse desmoronado. Mendelsohn ofrece una actuación notablemente sutil, transmitiendo tanto la fragilidad del personaje, lidiando con sus propios demonios internos, como la creciente fascinación y, quizás, el terror que lo consume al adentrarse en este extraño reino. Su interpretación, combinada con el enfoque en la evolución de su personaje a lo largo de la trama, aporta una dimensión emocional a la historia que a menudo se olvida en películas del género.

El guion, adaptado de la novela homónima de Ramsey Campbell, es el corazón de la película. No se basa en sustos fáciles o gore excesivo, sino en la creación de una narrativa atmosférica y misteriosa. La trama se desarrolla lentamente, revelando la historia de las “Razas de la noche” – seres de origen desconocido, atrapados en un inframundo infernal – a medida que Silas profundiza en su investigación. La película explora temas complejos como la culpa, la redención, la naturaleza del mal y el impacto del trauma. El guion, a pesar del enfoque en lo sobrenatural, refleja una profunda reflexión sobre los aspectos más oscuros de la psique humana. No es una película que fácilmente se olvida, ya que el diseño de Midian y la naturaleza de sus habitantes dejan una huella duradera.

Visualmente, ‘Razas de la noche’ es una maravilla. La producción, el diseño de producción y la dirección artística se combinan para crear una atmósfera opresiva y surrealista. Los escenarios subterráneos, con sus túneles laberínticos, sus luces parpadeantes y sus formas grotescas, son verdaderamente impactantes. La paleta de colores, predominantemente grises y oscuros, contribuye a la sensación de desesperación y aislamiento. Los efectos especiales, utilizados con moderación, son efectivos y logran transmitir la naturaleza infernal del inframundo. No son el punto principal, pero sí, son un elemento fundamental para crear la atmósfera de horror psicológico que define a la película.

Nota: 7/10