Reacción en cadena (1996)

“Reacción en Cadena” (Chain Reaction), estrenada en 1998, es una película que, a primera vista, podría pasar desapercibida en la vasta filmografía de Keanu Reeves. Sin embargo, tras una re-vision, la película revela ser un thriller de espías con elementos de ciencia ficción sorprendentemente inteligente y, lo que es más importante, un estudio interesante sobre la corrupción y la moralidad en un contexto de alto riesgo. La dirección de Lawrence Kasdan, quien ya había trabajado con Reeves en “Gladiator”, se centra en la atmósfera tensa y la incertidumbre, creando un ritmo pausado pero efectivo que se beneficia enormemente de las actuaciones sólidas de sus protagonistas.

Keanu Reeves, en el papel del ingeniero Eddie Kasalivich, ofrece una actuación notable. Más allá de su imagen popular, Reeves demuestra una capacidad para transmitir la frustración, la desesperación y, en última instancia, la determinación de un hombre acorralado por circunstancias que no entiende. Su Eddie no es un héroe convencional; es un hombre inteligente pero socialmente torpe, cuya ingenuidad y falta de experiencia lo convierten en un blanco fácil para las maquinaciones de las fuerzas oscuras. Morgan Freeman, como el burócrata Elias Kent, aporta una calma y una autoridad contenidas que contrasta de forma brillante con la creciente paranoia de Eddie. La química entre ambos actores es palpable y fundamental para el desarrollo de la trama.

El guion, adaptado de un libro de James Green, destaca por su originalidad. La idea central de una explosión en cadena accidental causada por la manipulación de una fuente de energía experimental es intrigante y plantea cuestiones sobre las consecuencias no intencionadas de la ciencia y la tecnología. Si bien la premisa podría parecer exagerada, la película la explora con un equilibrio entre el drama y la fantasía, evitando caer en el melodrama barato. Kasdan evita también la tentación de explicar completamente el funcionamiento de la energía avanzada, permitiendo que el misterio y la tensión sean los principales motores de la trama. La película se mueve a un ritmo deliberado, permitiendo que el espectador se involucre en la situación y sienta la urgencia de Eddie.

Sin embargo, no es perfecta. La película, especialmente considerando los estándares actuales, tiene algunos elementos que pueden resultar un poco desfasados en su representación de la burocracia y de las relaciones interpersonales. La resolución, aunque satisfactoria, podría haber sido más ambigua, dejando al espectador con más preguntas sobre la verdadera naturaleza de las fuerzas en juego. No obstante, estas pequeñas imperfecciones no restan valor a la película como un thriller inteligente y bien ejecutado, que plantea interrogantes importantes sobre la responsabilidad, la verdad y la búsqueda de la justicia en un mundo complejo.

Nota: 7/10