“Redención” (Tyrannosaur), la película debut de Ben Wheatley, no es una obra fácil de digerir. Es, sencillamente, una experiencia visceral, cruda y profundamente humana que se ancla en las miserias de la vida y la lucha por encontrar algo que merezca la pena. La película no busca complacer ni ofender, sino más bien confrontar a la audiencia con una realidad a menudo incómoda y dolorosa.
La dirección de Wheatley es innegablemente poderosa. Evita los clichés del melodrama y opta por un estilo de cámara que se siente a menudo incómodo, casi claustrofóbico, reflejando la psique turbulenta de sus personajes. Utiliza planos cortos y detalles impactantes, como el brillo de la lluvia en un charco o la mirada penetrante de Olivia Colman, para construir una atmósfera de tensión constante. No se limita a mostrar, sino que busca transmitir la sensación de desasosiego y el peso de las vidas de Joseph y Hannah.
Peter Mullan, en un papel que claramente marca su carrera, entrega una actuación magistral. Su interpretación de Joseph es devastadora. Muestra la amargura, el resentimiento y la desesperación de un hombre que ha perdido todo y que ha construido una armadura de alcohol y violencia para protegerse del dolor. Lo que Mullan logra es crear un personaje que, a pesar de su comportamiento repulsivo, provoca cierta compasión. Olivia Colman, por su parte, ofrece una interpretación igualmente conmovedora. Su Hannah es un personaje complejo, lleno de contradicciones, que lucha contra la fe y la desesperación mientras intenta aferrarse a la esperanza. La química entre Mullan y Colman es genuina y esencial para el éxito de la película.
El guion, coescrito por Ben Wheatley y Tom Butterworth, se distingue por su honestidad brutal. Aborda temas como el alcoholismo, la violencia doméstica, la fe religiosa y la soledad, pero lo hace sin moralizar ni juzgar. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones simplistas. En cambio, se centra en la relación entre dos personajes marginados, que se encuentran en un momento de crisis y descubren, a pesar de sus diferencias, una conexión inesperada. La película es inteligente en su retrato de una comunidad poco representada y en su análisis de la vulnerabilidad humana. Es importante destacar la forma en que el guion explora el lenguaje, utilizando el diálogo de manera realista y a menudo áspera, reflejando la personalidad de los personajes.
“Redención” no es una película para todos los gustos. Es intensa, perturbadora y a veces incómoda. Pero es también una película profundamente humana, que nos recuerda que incluso en los lugares más oscuros, la esperanza y la redención pueden encontrarse.
Nota: 8/10