“Redondela” no es solo un thriller judicial, es una suerte de drama social envuelto en la atmósfera melancólica y perpetuamente gris de Galicia. La película, dirigida por David Collet, logra, con una paciencia casi metódica, construir una tensión palpable que se arraiga profundamente en el espectador. No es un espectáculo de acción, sino una lenta y precisa disección de la corrupción, del poder y de los secretos que acechan a las instituciones. La película, basada en hechos reales, se adentra en la oscuridad de un caso de despiste que desemboca en un escándalo de proporciones alarmantes, la desaparición de cuatro mil toneladas de aceite de un depósito costero.
El guion, meticulosamente trabajado, evita caer en la simplificación. No se ofrece una explicación fácil o un culpable evidente. La película se centra en la investigación del abogado Gil Robles, interpretado con una maestría discreta por Javier Godino. Su personaje no es un héroe redentor, sino un hombre con sus propias dudas, motivado por un sentido de justicia que no es necesariamente moral. Observamos su proceso de investigación, la frustración de sus avances, la constante sensación de que algo fundamental le falta. La película no se enfoca en la trama en sí misma, sino en la metodología del detective, en el arduo trabajo que implica la reconstrucción de un pasado nebuloso.
Las actuaciones son, en su conjunto, sobresalientes. Además de Godino, merecen especial atención las interpretaciones de los secundarios, que construyen personajes complejos y ambiguos. Nicolás Franco Bahamonde, por ejemplo, encarna la vanidad y el miedo a la exposición, un hombre que busca refugio en la enfermedad como una forma de evadir la justicia. La película no juzga a sus personajes, sino que los presenta en toda su contradicción y vulnerabilidad. La fotografía, con la habitual paleta de colores sobria y la prevalencia de los tonos grises, contribuye a crear una atmósfera de desconfianza y melancolía, reflejando la naturaleza opaca del asunto.
Sin embargo, “Redondela” no está exenta de defectos. A veces, el ritmo es demasiado pausado, y la lentitud, que es un elemento clave para generar tensión, puede resultar en momentos de desconexión. Asimismo, la película podría haberse beneficiado de un mayor desarrollo de algunos personajes secundarios, aunque su presencia aporta riqueza a la trama. En definitiva, “Redondela” es una película que exige al espectador atención y paciencia, pero que recompensa con una reflexión sobre las estructuras de poder y la dificultad de alcanzar la verdad.
Nota: 7/10