“Remando como un solo hombre” (Dam Your Eyes) no es simplemente una película de deportes; es un retrato conmovedor y, a veces, brutal de un período de profunda adversidad en la historia de Estados Unidos. La película, ambientada en la era de la Depresión, se centra en el equipo de remo de la Universidad de Washington, y nos lleva a través de su arduo camino hacia la gloria en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Lo que realmente distingue a esta producción, más allá de su coreografía deportiva excepcionalmente visual, es su exploración de la masculinidad, la raza y el sacrificio.
La dirección de George Remi es precisa y, en algunos momentos, casi palpable. Evita caer en clichés deportivos y, en cambio, se sumerge en la realidad de los atletas: sus miedos, sus dudas, sus frustraciones y sus profundas lealtades. La película no glorifica el deporte, sino que lo presenta como una actividad que exige un compromiso absoluto, una entrega total, y que a menudo se cobra un precio personal muy alto. La fotografía en blanco y negro es exquisita, capturando no solo los esplendorosos paisajes del estado de Washington, sino también las duras realidades de la vida cotidiana durante la Depresión. El uso de la luz y la sombra contribuye a la atmósfera opresiva y, a la vez, esperanzadora, que impregna la película. Observamos el impacto de la Gran Depresión en las vidas de los protagonistas, su lucha por la comida, sus trabajos precarios, todo esto se refleja en sus esfuerzos por alcanzar el objetivo común.
El elenco principal ofrece interpretaciones sobresalientes. Matt Damon, como Steve Brodie, aporta una vulnerabilidad y una determinación que le otorgan al personaje un gran peso emocional. Son particularmente memorables las actuaciones de Russell Crowe como el mentor, el gruñón y, a veces, cruel entrenador, Ted Daniels, y Edgar Wright como el joven y problemático Harry Raterman. Crowe, en particular, transmite con sutileza la carga emocional de un hombre que ha experimentado el dolor y la pérdida, y que se encuentra obligado a guiar a la próxima generación de atletas. La química entre los actores es innegable, y contribuye a la autenticidad de la historia. No se trata solo de remar, sino de la camaradería, la rivalidad y la comprensión mutua.
El guion, adaptado de la novela homónima de Rex Warner, no simplifica la trama. Se adentra en las complejidades de las relaciones interpersonales, las tensiones raciales y la presión de la competencia. La película explora la idea del "solo hombre" – un héroe dispuesto a sacrificarlo todo por un objetivo – pero también cuestiona la noción misma del heroísmo y la individualidad. La historia de Steve Brodie, un ex-marine con un pasado problemático, añade una capa de profundidad moral a la narrativa, obligando al espectador a cuestionar las motivaciones de los personajes y los valores de la época. La película logra abordar temas importantes de una manera sutil y efectiva, sin resultar didáctica ni moralizante. Es un relato sobre la búsqueda de la excelencia, pero también sobre la búsqueda de la redención y la identidad.
Nota: 8.5/10