Remington and the Curse of the Zombadings (2011)

“Remington y la Maldición de los Zombadings” es una película que, a primera vista, parece un ejercicio de fantasía familiar con un toque de humor tonto. Sin embargo, bajo la superficie de un monstruo parlante y persecuciones de marionetas gigantes, se encuentra una reflexión bastante interesante sobre la búsqueda de la identidad y la presión social. La película, dirigida por Mark Lowe, no se atreve a ser profunda, y eso, en cierto modo, es su punto fuerte. Lowe parece consciente de las limitaciones del género y se permite ser lo más absurda posible, lo que resulta en un entretenimiento inmediato y sin pretensiones.

El guion, aunque sencillo, funciona gracias a la dinámica entre Remington (Kyle Allen) y Hannah (Jenna Ortega). La relación entre ambos es el corazón de la película y, aunque cliché, es lo suficientemente convincente como para generar cierta empatía. La transformación de Remington, impulsada por su deseo de impresionar a Hannah, es el motor de la trama. La película explora cómo la necesidad de ser percibido como “algo especial” puede llevar a tomar decisiones extrañas e incluso peligrosas. El arco de personaje de Remington es el más interesante, y Allen ofrece una interpretación honesta y, a veces, lamentable de un chico que intenta desesperadamente encontrar su lugar en el mundo. Ortega, como Hannah, es pragmática y rechaza la fantasía con la energía de una adolescente moderna, proporcionando un contrapunto divertido a las locuras que rodean a Remington.

La dirección de Lowe evita los clichés típicos del género de terror infantil. Las persecuciones de los Zombadings, las marionetas monstruosas animadas con CGI, son exageradas y visualmente coloridas. La película no busca sustos repentinos, sino que se centra en la comedia física y en la creación de momentos absurdos que resultan memorables. El diseño de producción, especialmente la ambientación de la pequeña ciudad de Pinecone, es encantador y contribuye a la atmósfera de cuento de hadas inquietante. Los efectos especiales, aunque obviamente de la época, son efectivos en el contexto de la historia y ayudan a crear imágenes impactantes.

Si bien la película no llega a ser una obra maestra, es un título entretenido y visualmente agradable para familias que buscan una opción de bajo presupuesto y sin grandes pretensiones. No es una película que dejará una huella imborrable, pero sí ofrece una dosis de diversión y una reflexión sencilla sobre la importancia de ser uno mismo. En un mercado saturado de películas de terror para niños, “Remington y la Maldición de los Zombadings” se destaca por su originalidad y por su valentía para abrazar el absurdo. La banda sonora, aunque genérica, complementa a la perfección la atmósfera de la película.

Nota:** 6/10