Repertorio de verano (1950)

“Repertorio de verano” (Repórter de verano) no es una película para aquellos que buscan un entretenimiento ligero y descartable. Es una obra de arte lenta, deliberadamente construida para arrastrar al espectador a la vida rural de la familia Falbury, una existencia marcada por la rutina, la frustración y una profunda melancolía. Dirigida con maestría por William Oldroyd, la película se presenta como un retrato de los personajes y de sus idiosincrasias, más que como una trama convencional. La atmósfera es densa, impregnada de una humedad palpable que se extiende tanto a los escenarios como a la psicología de sus habitantes.

El guion, adaptado de la obra teatral homónima de John Van Druten, es brillante en su sencillez. Se centra en el conflicto entre Jane Falbury, interpretada con una fragilidad devastadora por Maxine Peake, y su hermana, Maggie, encarnada con una ambición contenida y un toque de rebeldía por Olivia Colman. Colman ofrece una actuación particularmente notable, capaz de transmitir tanto la desesperación de su personaje por encontrar su lugar en el mundo, como el resentimiento y la envidia que suscita en su hermana. El diálogo es natural, a menudo silencioso, y permite que las emociones se expresen a través de miradas y gestos. La película se centra en la comunicación no verbal, y en las barreras que se levantan entre los hermanos, no solo por diferencias de opinión, sino por una profunda incomunicación emocional.

La dirección de Oldroyd se caracteriza por su respeto por el espacio y el tiempo. Las escenas se desarrollan en un ambiente rural que se convierte en un personaje más, un lugar lleno de secretos, silencios y recuerdos. El uso de la luz y la sombra es especialmente efectivo, acentuando la sensación de aislamiento y la tensión latente. Peake, en particular, ofrece una interpretación que evoca una profunda tristeza y una sensación de imposibilidad. Su Jane es una mujer atrapada en su propia rutina, incapaz de articular sus emociones y, por lo tanto, incapaz de alcanzar a su hermana. Es una actuación sutil pero poderosa, que subraya la desesperación de la protagonista y la profundidad de su dolor.

Si bien la película tiene un ritmo pausado que puede resultar lento para algunos, es precisamente este ritmo lo que la hace tan efectiva. La película no se apresura a llegar a una conclusión. En cambio, se dedica a explorar los matices de la relación entre Jane y Maggie, permitiendo que el espectador se sumerja en su mundo. Es una película que te obliga a prestar atención, a sentir la atmósfera, a reflexionar sobre los silencios y las frustraciones de la vida cotidiana. No es una película para llorar a mares, pero sí para sentir, para pensar, y para apreciar la belleza en lo cotidiano. Es una película que permanece contigo mucho después de que los créditos finales hayan aparecido en pantalla.

Nota: 8/10