Resident Evil (2002)

“Resident Evil” (2002) no es, precisamente, una obra maestra del cine de terror. Sin embargo, si se la aborda con la perspectiva correcta –es decir, como una entrega de entretenimiento pulp, una explosión visual de gore y una suerte de experimento cinematográfico sobre el thriller de ciencia ficción –se aprecia un entretenimiento considerable, aunque predecible. La película, dirigida por Paul W.S. Anderson, logra, en su conjunto, un tono que recuerda a las entregas de videojuegos, con un ritmo vertiginoso y una abundancia de escenas de acción y criaturas horripilantes, aunque a veces con un nivel de CGI que hoy, a la luz de las tecnologías actuales, resulta ligeramente anticuado.

La dirección de Anderson es pragmática y orientada a la acción. Se centra en la inmediatez, en los ataques y la supervivencia. No busca profundizar en la psicología de los personajes ni explorar las implicaciones morales de la investigación genética que ha desembocado en la tragedia. En cambio, se dedica a crear situaciones de alta tensión y a presentar a los personajes como individuos comunes y corrientes que, de repente, se ven obligados a luchar por sus vidas contra una horda de muertos vivientes. Esto, si bien es un enfoque directo, no le da mucha profundidad a la narrativa. El resultado es una experiencia visceral, con secuencias de acción muy bien coreografiadas y algunos momentos genuinamente impactantes, aunque el exceso de “flash” visual puede distraer de la historia.

Las actuaciones son funcionales. Milla Jovovich, en el papel de Alice, aporta una presencia física imponente y un carisma que la convierte en la protagonista ideal para esta franquicia. Su Alice es una guerrera resiliente, una superviviente con un pasado misterioso que poco a poco va revelando. El resto del reparto, compuesto en gran medida por personajes secundarios, se limita a cumplir con su función. La química entre Jovovich y Shawn Roberts, quien interpreta el jefe de seguridad, Trevor, es casi inexistente y las relaciones entre los personajes, en general, carecen de matices.

En cuanto al guion, es lo que menos enamora de la película. El desarrollo de la trama es lineal y carente de sorpresas. El ritmo frenético, aunque entretenido, contribuye a la sensación de que se está siguiendo un guion preestablecido. La exposición de la historia, a través de diálogos y flashbacks, se siente forzada y poco natural. Sin embargo, el guion logra establecer un mundo rico en detalles y crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica en el centro de investigación. La creación de la amenaza zombie, producto de la alteración genética, es un elemento fundamental y se presenta con un diseño visual impactante. La película sabe aprovechar el género de terror y la ciencia ficción para crear una experiencia que, aunque superficial, puede resultar atractiva para el público que busca acción y entretenimiento.

A pesar de sus defectos, "Resident Evil" (2002) es un título que marcó el inicio de una saga que ha sabido mantener su atractivo a lo largo de los años. Su éxito reside en la capacidad de ofrecer una experiencia visualmente impactante y un entretenimiento inmediato, aunque no pretenda ser una obra maestra cinematográfica.

Nota: 6/10