“Resident Evil 3: Extinción” es, como muchos sus predecesoras, una película que se debate entre ser una fiel adaptación de un videojuego y una experiencia cinematográfica satisfactoria. Lejos de ser una secuela que consolidara el universo de Milla Jovovich como la icónica Alice, esta entrega se siente como una inmersión rápida, un atajo que prioriza la acción desenfrenada sobre la construcción narrativa sólida. La película nos lanza directamente al ruedo, relegando el trasfondo emocional y las motivaciones de los personajes a un segundo plano, lo que resulta decepcionante para aquellos que buscan una mayor profundidad en la saga.
La dirección de David Evans y Nick Stean es competente, sí, pero carece de la audacia visual y la atmósfera inquietante que caracterizaban a las entregas anteriores, especialmente la original. Se centra en la violencia explícita y las persecuciones de acción, elementos que son, sin duda, atractivos para el público que busca adrenalina. Sin embargo, esta constante saturación de explosiones y criaturas grotescas termina por diluir el impacto emocional y la tensión que se podrían haber logrado. La banda sonora, aunque efectiva en algunos momentos para realzar la acción, es demasiado repetitiva y no logra crear un ambiente verdaderamente opresivo.
Milla Jovovich, como Alice, entrega una actuación pragmática y eficiente. Su Alice ya no necesita explicar su pasado; simplemente *es* la heroína que debe luchar contra la amenaza de Umbrella. Aunque su físico sigue siendo imponente, su interpretación carece de la vulnerabilidad y el conflicto interno que la hacían tan atractiva en las anteriores entregas. Los personajes secundarios, por su parte, son casi meras excusas para que Alice demuestre sus habilidades, careciendo de profundidad y desarrollo. Leon S. Kennedy, aunque presente, se siente como un cameo, con un papel reducido y sin la importancia que tenía en la película original.
El guion, en general, es frágil. Se basa en un ritmo frenético, saltando de una escena de persecución a otra, sin dar tiempo al espectador para conectar con los personajes o comprender la magnitud de la amenaza. Las motivaciones de los antagonistas, especialmente Nemesis, son simplistas y poco convincentes. Si bien la fidelidad al videojuego es innegable, la película se limita a replicar momentos y secuencias sin añadir un valor narrativo que justifique su existencia en la pantalla grande. La adaptación de la historia del videojuego, aunque disfrutada por los fans, no se traduce en una experiencia cinematográfica de alto nivel para el público general.
En definitiva, “Resident Evil 3: Extinción” es una película de acción correcta, pero poco memorable. Ofrece un entretenimiento visual rápido y explosivo, pero sacrifica la narrativa, la profundidad de los personajes y la atmósfera tensa que definieron la saga. Si eres un fanático acérrimo del juego, podrías encontrarla satisfactoria. Para el resto, es un entretenimiento superficial que se olvida rápidamente.
Nota: 5/10