“Re-sonator” se presenta como un intento deliberado de evocar el espíritu de clásicos del horror cósmico, particularmente de la época de John Carpenter y David Cronenberg, pero al final, se queda a medio camino entre la imitación y la innovación. La película, dirigida por James Hsu, no es un fracaso total, pero tampoco alcanza un nivel de excelencia que la haga memorable a largo plazo. Más bien, es un ejercicio de nostalgia cuidadosamente calculado, con algunos momentos genuinamente inquietantes, pero que se ve eclipsado por una ejecución técnica desigual y un guion que, a pesar de su premisa interesante, se siente a veces torpe y predecible.
La premisa, centrada en la búsqueda de la trascendencia a través de la manipulación de la glándula pineal, es lo que inicialmente atrae la atención. La idea de abrir la mente a dimensiones superiores es rica en potencial para el horror psicológico y lo sobrenatural. Sin embargo, Hsu no explota este material de forma consistente. Las primeras escenas, que muestran el desarrollo del experimento y la relación entre los dos científicos, Pretorius (interpretado con una calma inquietante por Ted Sorel) y Tillinghast (Jeffrey Combs, que aporta una torpeza y un nerviosismo bien calibrados), tienen un cierto peso. La atmósfera que se construye, a pesar de ser deliberadamente claustrofóbica, logra generar una tensión palpable, aunque su duración es limitada. A medida que avanza la película, y los efectos de la "re-sonancia" comienzan a manifestarse, la paleta de colores se intensifica y las imágenes se vuelven más perturbadoras, pero a menudo, estas explosiones visuales se sienten gratuitas y carentes de una base lógica sólida.
Las actuaciones son un punto fuerte. Sorel ofrece una interpretación convincente como el científico obsesionado, transmitiendo la intensidad de su búsqueda y su creciente locura. Combs, por otro lado, aporta una vitalidad y un humor negro que, aunque puntual, contrastan bien con la seriedad del experimento. La presencia de criaturas que emergen de las dimensiones superiores es, en general, efectiva. La dirección de arte y el diseño de producción son buenos y contribuyen a crear un ambiente opresivo y sombrío, aunque a veces la estética recuerda más a una película de ciencia ficción de bajo presupuesto de los años 80 que a una obra maestra del horror. La banda sonora, compuesta por Robert Holmes, es funcional pero no destaca; evita las melodías fáciles y se centra en texturas sonoras que, sin duda, refuerzan la sensación de inquietud, aunque su uso es a veces excesivo.
En definitiva, “Re-sonator” es una película que se esfuerza por ser algo más que una simple película de terror, pero no logra pulir completamente su visión. El guion, si bien tiene puntos interesantes, se siente a veces demasiado derivativo y carente de profundidad. Las actuaciones son sólidas y la atmósfera es efectiva, pero la dirección no consigue elevar la película por encima de los clichés del género. Es un esfuerzo digno de mención, pero lejos de ser una experiencia inolvidable.
Nota: 6/10