Retratos de una obsesión (2002)

“Retratos de una obsesión” es un ejercicio de suspense psicológico lento pero inquietante, una película que se instala en tu mente como una fotografía en blanco y negro: permanece, te atormenta, y te obliga a contemplarla con detenimiento. Dirigida por Sam Taylor-Johnson, la película se centra en Sy Parrish (Michael Fassbender), un hombre retraído y obsesivo que trabaja como revelador de fotografías en una tienda de grandes almacenes. Su vida, aparentemente vacía, se complica cuando descubre fotografías comprometedoras de la familia Yorkin, con la que ha mantenido una relación de seguimiento fotográfico durante años. La obsesión de Sy por documentar sus vidas se transforma en una trama de venganza y manipulación, y la película, con su ritmo deliberado, construye una atmósfera de creciente tensión.

Fassbender ofrece una interpretación magistral, encapsulando a la perfección la timidez, la meticulosidad y, sobre todo, la intensa sensación de aislamiento del personaje. Su actuación es increíblemente sutil, transmitiendo la obsesión de Sy con una mirada, un gesto, una inflexión vocal. La película juega magistralmente con el contraste entre la aparente normalidad de la vida de Sy y la oscura realidad de su obsesión. No nos presenta a Sy como un villano, sino como un ser humano complejo, con motivaciones comprensibles, aunque moralmente ambiguas. La dirección de Taylor-Johnson es precisa en su planteamiento visual. La fotografía, en gran medida en blanco y negro, acentúa la sensación de frialdad y vigilancia, y utiliza los espacios reducidos del laboratorio fotográfico para intensificar la claustrofobia y la sensación de encierro del protagonista. La banda sonora, minimalista pero efectiva, contribuye a crear un ambiente de suspense constante.

El guion, adaptado de la novela homónima de Patricia Highsmith, es la columna vertebral de la película. Aunque se centra en la obsesión de Sy, también explora temas más amplios como la vigilancia, la privacidad, la naturaleza de la verdad y las consecuencias de nuestros deseos. El ritmo pausado puede resultar lento para algunos espectadores, pero es fundamental para el desarrollo psicológico del personaje y la construcción de la tensión. La película evita caer en clichés del thriller, centrándose en el desarrollo interno de Sy y en la evolución de su relación con la familia Yorkin. La ambigüedad moral de la situación es un elemento clave, ya que nos obliga a cuestionar la justificación de las acciones de Sy, incluso si entendemos sus motivaciones. La película no ofrece respuestas fáciles y, al final, nos deja con una sensación de inquietud persistente.

Sin embargo, es cierto que la película podría haber explorado con mayor profundidad algunas de las relaciones secundarias. Aunque la relación entre Sy y la familia Yorkin es el eje central, la película no dedica tanto tiempo a desarrollar las motivaciones de los otros personajes. Si bien esto contribuye a la sensación de que Sy es el punto focal de la narración, podría haber enriquecido la película profundizando en la psicología de aquellos que se ven afectados por sus acciones.

Nota: 8/10