Richard Jewell (2019)

“Richard Jewell” es un retrato cautivador y, a su manera, conmovedor de una figura pública olvidada por la historia, un recordatorio de cómo la percepción pública puede ser tan voluble como un viento de Atlanta. El filme, dirigido por Clint Eastwood, no es una explosión de acción ni un drama criminal al estilo “La verdad se desvelará”, sino una reflexión paciente y delicada sobre la fragilidad de la justicia y la complejidad del ser humano. Eastwood no intenta glorificar a Richard Jewell, sino explorarlo con una honestidad brutal que, paradójicamente, lo humaniza a cada instante.

Bryan Cranston ofrece una actuación que marca la diferencia. Su interpretación de Jewell es excepcionalmente sutil. No se trata de un héroe carismático, sino de un hombre introvertido, algo torpe, con una inteligencia peculiar que le permite ver detalles que otros pasan por alto. Cranston capta a la perfección el nerviosismo, la confusión y la creciente angustia de Jewell al verse injustamente acusado. La actuación transmite la sensación de que no se está viendo a un hombre que busca redención, sino a alguien atrapado en una maquinaria judicial despiadada. Su mirada, a menudo silenciosa, revela una profunda vulnerabilidad y un anhelo de comprensión que te conecta inmediatamente con su personaje.

El guion, adaptado de la no ficción de Marie Brenner, no se centra en los detalles gráficos del atentado, sino en el impacto personal de la acusación en la vida de Jewell y su familia. La película se centra en las relaciones familiares: la dinámica con su madre, un personaje interpretado con ternura por Carolyn Neuwirth, y la lucha de su hermano, Michael (Paul Dano), por comprender y apoyar a su hermano. Estas relaciones son el corazón de la película y, de alguna manera, el núcleo de la tragedia. La tensión aumenta gradualmente a medida que las investigaciones se intensifican, y vemos cómo la vida de Jewell se desmorona bajo el peso de la sospecha.

Eastwood, como suele hacer, opta por un ritmo pausado y una estética documental que refleja la atmósfera de la época. Las escenas en la policía de Atlanta son particularmente efectivas, con una sensación de improvisación y desorden que refleja la confusión y la frustración de los investigadores. La película no ofrece respuestas fáciles; simplemente observa la injusticia y la confusión que rodean a Richard Jewell. Es un filme que te hace reflexionar sobre la importancia de la evidencia, el poder de la opinión pública y la dificultad de juzgar a un individuo cuando la verdad está enterrada bajo una avalancha de especulaciones. No es un thriller, sino un estudio psicológico sobre la desconfianza, la paranoia y el precio de la integridad. Es un trabajo honesto y, a pesar de su relativa sobriedad, emocionalmente resonante.

Nota: 7.5/10