Richard, la cigüeña (2017)

“Richard, la cigüeña” es, en su esencia, una película de comedia familiar con un corazón inmenso, un encanto singular y un mensaje sobre la búsqueda de la identidad y la aceptación. La película, dirigida por David Belson, se aleja deliberadamente del cliché de la comedia animal, ofreciendo una experiencia visualmente rica y emocionalmente resonante que, si bien no es perfecta, deja una impresión duradera.

La película se centra en Richard, interpretado con una ternura palpable por Sam Lupton, un gorrión que, de forma inexplicable, ha sido criado dentro de una colmena de cigüeñas. Esta incongruencia inicial genera un punto de partida intrigante y la base para una comedia que no recurre a chistes fáciles, sino que se basa en la observación del comportamiento de Richard, su incredulidad y su deseo de pertenecer. La dirección de Belson es meticulosa, destacando en la recreación de los ambientes y la inmersión en la vida aviar, utilizando efectos visuales sutiles que realzan la realidad de la historia sin sobrecargarla. La banda sonora, evocadora y melancólica, complementa perfectamente la sensibilidad de la narrativa.

La actuación de Lupton es el corazón de la película. Captura a la perfección la vulnerabilidad y la determinación de Richard, transmitiendo con sinceridad el anhelo de ser aceptado. El dúo con el búho Horace (interpretado por Roger Allam), un personaje excéntrico y sarcástico, y el periquito Percy (interpretado por David O'Connell), un artista musical con una voz sorprendentemente potente, funciona a la perfección. La química entre los tres actores es esencial para el éxito de la comedia, y sus interacciones son genuinas y divertidas. La caracterización de Horace, en particular, es memorable, aportando un contrapunto inteligente y humorístico a la historia.

El guion, a pesar de su premisa aparentemente sencilla, presenta un desarrollo bastante complejo. La película aborda temas como la familia, la aceptación, la pertenencia y la búsqueda de la identidad de una forma inesperada. La trama se mantiene dinámica y, aunque el viaje de Richard por Europa puede resultar a veces algo repetitivo, se llena de momentos cómicos y emotivos. La película no teme ser dulce y, a veces, sentimental, pero lo hace con un toque de autenticidad que evita que la historia se sienta artificial. La película, sin embargo, podría haber beneficiado de un mayor pulido en algunos de sus aspectos más secundarios, como la exploración de las motivaciones de los personajes secundarios. El ritmo, en ocasiones, se siente un poco irregular.

En definitiva, “Richard, la cigüeña” es una película encantadora y original, que ofrece una visión fresca del género de la comedia animal. Es una historia sobre la importancia de ser uno mismo, de perseguir nuestros sueños y de aceptar a las personas (o aves) que nos rodean.

Nota: 7/10