Rico, Oskar und die Tieferschatten (2014)

“Rico, Oskar und die Tieferschatten” (Rico, Oskar y las Sombras Profundas) no es una película que te impacte con efectos especiales grandilocuentes o un desarrollo argumental hipercomplejo. Es, en cambio, una pequeña joya cinematográfica que se instala en la mente y, a la vez, te invita a reflexionar sobre temas profundos a través de la mirada infantil. El director Marc Rothemund ha logrado, con una meticulosa atención al detalle y una estética visualmente cautivadora, crear un universo que es a la vez extraño y familiar, lo que, para mí, es su mayor fortaleza.

La película se centra en la relación entre Rico y Oskar, dos niños con personalidades radicalmente diferentes. Rico, el más pequeño, es impulsivo, travieso e incapaz de contener su curiosidad, mientras que Oskar, más analítico y perspicaz, se debate constantemente entre la inteligencia y un miedo palpable a lo desconocido. Esta dualidad no es simplemente un recurso narrativo; se construye con una autenticidad que hace que su vínculo sea creíble y conmovedor. La química entre los dos actores infantiles es fundamental para el éxito de la película. Se siente una conexión genuina, una camaradería que trasciende la simple amistad y que les permite enfrentarse a las dificultades con valentía y, a veces, con torpeza. He visto actuaciones infantiles más artificiosas, y la de las dos promesas de talento es, sin duda, una de las principales razones para recomendar esta película.

El guion, adaptado de un libro de la misma autoría, no es excesivamente complicado. Se centra en el descubrimiento de un misterio en una ciudad en ruinas, un lugar aparentemente abandonado pero plagado de extrañas anomalías. La construcción del mundo es sobresaliente. La atmósfera es opresiva y melancólica, lo que contribuye a generar una sensación constante de inquietud. Rothemund no se limita a describir la ciudad; la experimenta a través de los sentidos de los niños, lo que permite al espectador sumergirse por completo en su mundo. La historia no se centra en la acción constante, sino en el proceso de exploración y el impacto emocional de los acontecimientos en los personajes. En este sentido, la película se asemeja a las obras de Miyazaki, aunque con una paleta de colores y una estética que recuerda a las películas de terror de los años 70, creando un contraste visual muy interesante.

Si bien la trama principal es absorbente, lo que realmente resalta es la capacidad de la película para evocar sentimientos de nostalgia, miedo y esperanza. La banda sonora, con melodías inquietantes y evocadoras, refuerza la atmósfera y el impacto emocional. “Rico, Oskar und die Tieferschatten” es una película que premia la paciencia y la observación. Es una historia que se disfruta mejor en compañía de la familia o con amigos que compartan la capacidad de dejarse llevar por la imaginación. Es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la memoria, el poder de la amistad y la importancia de enfrentarse a nuestros miedos. Una experiencia cinematográfica única y profundamente gratificante.

Nota: 8/10