“Riesgo Extremo” (Extreme Risk) no es simplemente un thriller de suspense; es una construcción lenta, inquietante y, en última instancia, devastadora. El director, Stefan Meixner, se atreve a alejarse de los clichés del género, apostando por una atmósfera de tensión palpable y una exploración psicológica de sus personajes, aunque el ritmo deliberadamente pausado pueda resultar frustrante para algunos espectadores. Meixner, conocido por su trabajo en documentales, aporta una mirada cruda y realista a la escalada de violencia y la deshumanización que pueden surgir de la ambición y el secreto.
La película se centra en un equipo de filmación, liderado por el ambiguo y carismático David (interpretado por un magnífico Julian Harnisch), que se aventura a grabar un anuncio para una marca de bebidas energéticas en los Alpes austriacos. Lo que no saben es que sus actividades están perturbando los remanentes de un campamento secreto utilizado por criminales de guerra serbios durante la Guerra de Yugoslavia. La belleza austríaca de los paisajes sirve como telón de fondo perfecto para una realidad mucho más oscura y perturbadora. El uso del sonido es magistral, con una banda sonora sutil pero efectiva que intensifica la sensación de peligro inminente y la inquietud psicológica.
Las actuaciones son sobresalientes. Harnisch ofrece una interpretación compleja y multifacética de David, un hombre que oscila entre la necesidad de éxito profesional y una creciente conciencia de la gravedad de sus acciones. La química entre Harnisch y la también impresionante actriz serbia, Ana Milovanović, que interpreta a Elena, una mujer que conoce la historia oculta de la región, es fundamental para el desarrollo de la trama. Milovanović aporta profundidad y matices a su personaje, mostrando las cicatrices emocionales que la guerra ha dejado en su comunidad y su resistencia a ocultar la verdad. La película no rehúye de la brutalidad, aunque la violencia no es gratuita o excesiva, sino que se utiliza para ilustrar las consecuencias devastadoras de la guerra y la impunidad.
El guion, por su parte, es el corazón de la película. No se basa en sustos baratos, sino en la creación de una atmósfera de suspense constante y en la gradual revelación de la verdad. Las conversaciones entre los personajes, repletas de insinuaciones y desconfianza, son particularmente efectivas para construir la tensión. La película plantea preguntas inquietantes sobre la responsabilidad individual, la naturaleza del mal y la dificultad de escapar del pasado. Si bien la trama, en su deliberada lentitud, podría exigir paciencia al espectador, la recompensa es una experiencia cinematográfica profundamente perturbadora y memorable. “Riesgo Extremo” no solo es un thriller, sino un estudio psicológico de la moralidad y la memoria.
Nota: 8/10