Ríos de color púrpura 2: Los ángeles del apocalipsis (2004)

“Ríos de color púrpura 2: Los ángeles del apocalipsis” no es una película para verse de manera casual. Es un ejercicio de atmósfera sombría y de suspense psicológico que, si bien no alcanza la grandilocuencia de su predecesora, ofrece una experiencia cinematográfica deliberadamente inquietante y, en última instancia, satisfactoria para los fans del género y aquellos dispuestos a sumergirse en sus complejidades.

Jean Reno, como siempre, aporta una presencia imponente y un aire de pragmatismo frío pero no insensible a Niemans. Su personaje, un detective con un pasado turbulento, se encuentra nuevamente envuelto en un caso que rápidamente se revela más siniestro de lo que aparenta. El guion, bajo la dirección de Alain Fresnot, se beneficia de un ritmo pausado y metódico. La película no se apresura a ofrecer respuestas fáciles; en cambio, construye el suspense a través de la sugerencia y la ambigüedad. La trama, centrada en un monasterio aislado en la región de Lorena, se presta a un aura de misterio que se intensifica a medida que los asesinatos se multiplican y los monjes, dotados de una fuerza sobrehumana, aparecen y desaparecen sin dejar rastro.

La dirección de Fresnot destaca por su habilidad para crear un ambiente claustrofóbico y opresivo. La fotografía, con sus tonos púrpuras y grises, contribuye significativamente a esta sensación de desasosiego. El diseño de producción es impecable, recreando con detalle la arquitectura gótica y el paisaje agreste de la Lorena, elementos que se integran perfectamente en la narrativa. Sin embargo, la película no se limita a la estética; la historia explora temas de fe, redención y el peso del pasado, a través de la búsqueda de Niemans de las verdaderas motivaciones detrás de los actos de violencia.

Las actuaciones son sólidas, con un elenco que cumple con las expectativas. Además de la interpretación de Reno, se destaca la presencia de Patrick Bruel como un monje particularmente perturbador, capaz de transmitir una mezcla inquietante de devoción y locura. No obstante, algunos diálogos pueden resultar un poco artificiosos, y la complejidad de la trama, a pesar de su intriga, puede requerir una buena dosis de atención por parte del espectador. La película, por momentos, se adentra en territorios filosóficos que, si bien son interesantes, podrían haberse desarrollado con mayor profundidad.

En definitiva, "Ríos de color púrpura 2: Los ángeles del apocalipsis" es una película de suspense inteligente y evocadora que, a pesar de sus algunos defectos, logra mantener la tensión y el misterio hasta el final. Es una experiencia cinematográfica que recompensa la paciencia y la atención del espectador, ofreciendo una reflexión sobre la naturaleza humana y los límites de la fe. No es una obra maestra, pero sí una entrega recomendable para los amantes del cine noir y del thriller sobrenatural.

Nota: 7/10