“Rise of the Footsoldier 3: The Pat Tate Story” es, con toda certeza, una experiencia cinematográfica peculiar, una película que se anclará en la memoria no tanto por su brillantez narrativa, sino por su singularidad. El film, que busca profundizar en la vida de Pat Tate y Big Homie, se aleja del estilo documental directo del original, optando por un formato más narrativo, casi de drama legal, con flashbacks y entrevistas que, aunque pretenden humanizar a los personajes, terminan generando una sensación de desconexión. La premisa de la película – la investigación de un abogado por la muerte de Pat Tate – es interesante y ofrece una ventana a la realidad de la vida en el bajo mundo, pero el guion se complica con demasiadas ramas, derivando en un ritmo desigual y diálogos a veces torpes.
La dirección, a cargo de Michael Poore, es modesta pero efectiva para su presupuesto. Se centra en la atmósfera, capturando la esencia de Nueva Orleans y la vida nocturna de la ciudad. La banda sonora, con ritmos trap y hip hop, es omnipresente y, en muchos momentos, funciona a favor de la película, intensificando el ambiente y la tensión. Sin embargo, la falta de recursos técnicos se nota en algunos planos y la iluminación a veces resulta demasiado artificial, restando credibilidad a la historia. La recreación de los años 90, aunque intencional, podría haber sido más pulida para sumirnos por completo en la época.
El núcleo de la película reside en las actuaciones de los protagonistas, y aquí es donde realmente brilla. Justin Cooper, quien interpreta a Pat Tate, ofrece una interpretación conmovedora y, a menudo, devastadora. Su vulnerabilidad y su lucha interna son palpables, logrando que el espectador conecte emocionalmente con el personaje. Caleb Miller, como Big Homie, complementa perfectamente a Cooper, creando una dinámica de amistad convincente. El resto del elenco, aunque competente, no logran alcanzar el mismo nivel de profundidad. Los actores secundarios, interpretando a sus homones y familiares, contribuyen a la ambientación, pero su desarrollo individual es limitado.
El guion, sin duda, es el punto débil de la película. Se intuye el deseo de explorar las motivaciones detrás de los actos de Pat Tate, pero la estructura narrativa resulta confusa y las subtramas, a menudo innecesarias, ralentizan el ritmo. La película se pierde en demasiados detalles marginales, descuidando el desarrollo del arco argumental principal. Además, la justificación de la investigación legal se siente algo forzada, como un añadido artificial para darle una capa de legitimidad a la historia. La película ofrece un vistazo a un mundo criminal, pero no logra profundizar en las causas que llevaron a la tragedia, dejando al espectador con una sensación de incompletud. La filmación de los flashbacks a la vida de Pat Tate y Big Homie, aunque bien intencionada, carece de una claridad visual que favoreciera el impacto emocional.
Nota: 5/10