Ritmo loco (1937)

“Ritmo Loco” (Crazy Rhythm, 1958) no es una película que te deje boquiabierto ni que redefine el género musical. Sin embargo, es una pieza de entretenimiento ligero y descaradamente glamoroso que captura, con una precisión inquietante, la atmósfera vibrante y las pretensiones de la época dorada del swing y el jazz. Más que un thriller, es una comedia con una base de intriga, una especie de broma sofisticada que se desarrolla con una lentitud deliberada que permite que el espectador se sumerja en el mundo artificial de la alta sociedad musical.

La dirección de Richard L. Hayworth es funcionalmente competente, aunque carece de un estilo distintivo. Se centra en crear el ambiente: los lujosos salones, los bares iluminados con neón, la ropa elegante, todo es cuidadosamente montado para transmitir la sensación de decadencia y opulencia. Hay un juego constante de luces y sombras que enfatiza la dualidad entre la brillante fachada y la oscuridad que se esconde debajo. La película no se preocupa por ofrecer una representación realista de la vida musical, sino por crear una estética que evoca la época. Lo que hay detrás de las cortinas, la verdadera naturaleza de la música y sus artistas, permanece velado.

La actuación de Janet Leigh como Linda Keene es, sin duda, el punto fuerte de la película. Leigh posee una elegancia natural y una vulnerabilidad que la hacen creíble como una joven bailarina que se ve envuelta en una situación inesperada. Su interpretación es sutil y matizada, y se nota que intenta desentrañar la verdad a través de su mirada. John Davis Chandler, en el papel de Pete "Petrov" Peters, ofrece una actuación sólida, aunque a veces cae en la caricatura del artista de cabaret excesivamente encantador. Sus intentos de cortejar a Linda son exagerados, pero no llegan a ser irritantes. La química entre Leigh y Chandler es palpable, lo que le da peso emocional a la trama.

El guion, escrito por Stanley Knowles, es donde la película adquiere una personalidad más definida. La premisa inicial - el engaño que propaga un rumor falso sobre una boda secreta - es ingeniosa y proporciona el núcleo de la trama. Sin embargo, el desarrollo de la historia es algo irregular. La tensión se construye de manera gradual, pero la resolución, que involucra una serie de revelaciones sorprendentes, resulta un poco apresurada y, en algunos aspectos, inverosímil. La película se esfuerza por mantener el misterio, pero no siempre lo logra de forma satisfactoria. Aun así, el guion destaca por su pulido y el uso de diálogos ingeniosos que reflejan el lenguaje y la cultura de la época.

En definitiva, “Ritmo Loco” es una película entretenida y agradable que ofrece una mirada a las complejidades y las pretensiones de la industria musical en los años 50. No es una obra maestra cinematográfica, pero su atmósfera, sus actuaciones y su guion pulido la convierten en una opción recomendable para aquellos que buscan una comedia musical ligera y con un toque de intriga. Es un retrato colorido y, en ocasiones, irónico de la búsqueda del éxito y la fama en un mundo lleno de mentiras y engaños.

Nota: 6.5/10