R.M.N. (2022)

“R.M.N.” no es una película que te impacta desde el primer segundo. Se trata de un drama rural lento, casi metódico, que se desparrama por los paisajes agrestes de Transilvania y que explora, con notable acierto, las tensiones sociales y las heridas emocionales de una comunidad marcada por la nostalgia, el miedo y la incomunicación. La dirección de Alexandru Chechogin es discreta pero efectiva; consigue plasmar la atmósfera opresiva de un pueblo donde el pasado parece aferrarse con fuerza a las gentes, transmitiendo un sentimiento palpable de encierro y anhelo. La película no busca grandes espectáculos visuales, sino que confía en la sugerencia, en la sutil fotografía de Vlad Golban, que captura con maestría la belleza melancólica de la región y la dureza de sus habitantes. El ritmo pausado puede resultar, para algunos espectadores, tedioso, pero es precisamente esta lentitud lo que permite al espectador sumergirse en la vida cotidiana de estos personajes, asimilando sus motivaciones y comprendiendo la complejidad de sus relaciones.

El guion, adaptado de la novela homónima de Kleist, es uno de los puntos fuertes de la película. La trama, centrada en el conflicto entre la identidad nacional y la inmigración, está bien desarrollada y abordada con sensibilidad. La película no ofrece soluciones fáciles ni juicios morales, sino que se limita a mostrar las consecuencias de la incertidumbre y la inseguridad. La relación entre Matthias y su hijo Rudi es particularmente conmovedora; se siente la angustia de un padre que intenta reconectar con un hijo que no ha conocido, la frustración de un niño que se siente abandonado y la dificultad de superar los traumas del pasado. Las actuaciones son sólidas, con una destacada interpretación de Sergiu Ponea como Otto, el padre taciturno y atormentado, que personifica el peso del pasado. Además, Marius Herseni como Matthias transmite con autenticidad la preocupación y la vulnerabilidad de un hombre que busca redención. Sin embargo, la interpretación de Ana, la madre, resulta un tanto plana; podría haber profundizado en sus motivaciones.

No obstante, la película no está exenta de defectos. A veces, el guion se siente un poco forzado, y algunos diálogos resultan artificiales. La subtrama secundaria, relacionada con la exnovia de Matthias y la fábrica extranjera, se siente un poco desapasionada y pierde fuerza a medida que avanza la película. Aunque el tema de la inmigración se explora con interés, no se profundiza lo suficiente en las motivaciones de los inmigrantes y las reacciones de la comunidad. La película, en esencia, se centra más en la dinámica interna del pueblo y en las consecuencias de sus propias decisiones. A pesar de estas carencias, “R.M.N.” es una película inteligente y reflexiva que invita a la reflexión sobre la identidad, el desarraigo y el poder del pasado. Es una obra que permanece en la memoria, como un eco persistente de los miedos y las esperanzas de un pueblo olvidado por el tiempo.

Nota: 7/10