Robin Hood (2010)

“Robin Hood” de Ridley Scott, estrenada en 1991, es una película que, a pesar de un inicio algo lento y un diseño de producción visualmente grandioso pero a veces inconsistente, ofrece una visión refrescante y aunque no radical, del personaje legendario. La película no busca reinventar el mito, sino revitalizarlo, presentándonos a Robin Longstride (Kevin Costner) como un hombre marcado por la guerra pero con un sentido del honor y la justicia profundamente arraigado. La dirección de Scott, como es habitual en él, se centra en la escala épica, mostrando batallas vibrantes y un paisaje inglés creíble, aunque a veces excesivamente colorido, como si intentara domesticar el tono medieval y hacerlo más atractivo para una audiencia contemporánea.

La película se distingue, en gran medida, por la complejidad del personaje de Robin. No es simplemente el ladrón de origen noble que asalta a los ricos para dar a los pobres, sino un hombre atormentado por el pasado, afectado por la pérdida y luchando por encontrar un propósito. Kevin Costner ofrece una interpretación matizada, evitando caer en la caricatura heroica. Su relación con Marian (Olivia Newton-John), aunque no se desarrolla con la profundidad que podría haber tenido, posee una genuina calidez. La actuación de Newton-John, a menudo eclipsada por el protagonismo masculino, logra transmitir la fuerza y la independencia de una mujer en una época que no le otorgaba muchos derechos. La química entre ambos es, sin embargo, quizás el punto más débil del guion.

El guion, escrito por Michael G. Wilson, se centra en la amenaza política y la inminente guerra civil que se cierne sobre Inglaterra. La antagonista, Godfrey (Morgan Freeman), es un villano convincente, motivado por un deseo de poder y un sentimiento de legítima autoridad. La trama, aunque sólida, carece de la agudeza y el ingenio que caracterizan a las versiones más clásicas del mito. El desarrollo de los personajes secundarios es limitado y, a menudo, se sacrifican en aras del ritmo narrativo. Se echa de menos una exploración más profunda de las motivaciones de Juan (Sean Bean), el rey débil, y de las causas que llevan a la inestabilidad política. La película, en definitiva, se centra en el conflicto armado que explota, relegando a menudo la dimensión social y política que podría haber enriquecido la historia.

A pesar de estas deficiencias, "Robin Hood" es una película entretenida y visualmente impresionante. La coreografía de las escenas de batalla, la banda sonora de Jerry Goldsmith y el diseño de producción, que recrean con detalle la Inglaterra del siglo XIII, son aspectos que merecen ser resaltados. La película funciona, en última instancia, como un relato de honor, lealtad y la lucha contra la tiranía, aunque con una ejecución que podría haber sido más ambiciosa. Se siente como una versión más accesible, aunque un poco desprovista de la audacia de otros intentos del mito.

Nota: 7/10