RoboCop (1987)

“RoboCop” (1987) no es solo una película de acción, es un despiadado comentario social disfrazado de espectáculo visual. Paul Verhoeven, como director, logra una maestría narrativa que explora temas como la deshumanización, la corrupción corporativa y la pérdida de la identidad con una audacia y una crudeza que, incluso hoy, siguen siendo impactantes. La película no se limita a mostrar un robot de policía que lucha contra el crimen; se adentra en las profundidades de la psique humana y las consecuencias de una sociedad obsesionada con la seguridad a cualquier precio.

La premisa, sacada de un cómic de Edward Neumeier y Kyle Washburne, es sorprendentemente inquietante. El asesinato brutal de Alex Murphy, un policía novato, por parte de un grupo de criminales, sirve de detonante para la creación de RoboCop, un cyborg diseñado para ser el instrumento perfecto de la ley. La película no se escabaque en mostrar el proceso de reconstrucción de Murphy, una pesadilla de metal y cables que simboliza la pérdida irreversible de su humanidad. La imagen de Murphy, inicialmente un cuerpo desmembrado y reconstruido, es perturbadora y genera una empatía que, paradójicamente, se refuerza a medida que avanza la historia.

El guion, coescrito por Paul Verhoeven y Michael G. Gazzerini, es excepcionalmente inteligente. La película se deleita en la ironía y el humor negro, utilizando la estética de la ciencia ficción para satirizar las estructuras de poder y los clichés de las películas de acción. Las conversaciones entre RoboCop y su creador, el Dr. Lewis, son especialmente memorables, revelando un debate sobre la moralidad, la ética y el significado de ser humano. Además, la película no rehúye de la violencia explícita, que no se presenta como un mero entretenimiento, sino como una consecuencia lógica de un sistema corrupto y deshumanizado. La estética, con sus colores apagados y sus escenarios futuristas y decadentes, refuerza esta sensación de desolación y pérdida.

Las actuaciones son sobresalientes. Peter Weller como Alex Murphy/RoboCop ofrece una interpretación magistral, logrando transmitir tanto la frialdad mecánica del cyborg como la fragilidad emocional del hombre que aún reside en su interior. Seguramente, la evolución de su personaje, desde un autómata inexpresivo hasta un guerrero implacable con remordimientos latentes, es uno de los grandes logros de la película. También merece una mención especial Dan O’Herlihy como Lewis, quien interpreta al científico con una mezcla de ambición y repulsión que añade una capa de complejidad a su personaje.

“RoboCop” es más que un simple clásico de culto; es una obra que invita a la reflexión. La película sigue siendo relevante hoy en día, precisamente por su crítica a la deshumanización, la vigilancia masiva y la mercantilización de la ley y el orden. Verhoeven consigue crear un universo cinematográfico oscuro, aterrador y provocador, que, sin duda, ha dejado una huella imborrable en la historia del cine de ciencia ficción. Su capacidad para combinar elementos de acción, thriller y sátira social la convierte en una experiencia cinematográfica única e inolvidable.

Nota: 9/10