RoboCop 3 (1993)

“RoboCop 3” no es, con suerte, la joya de la corona de la franquicia, pero tampoco es el desastre absoluto que muchos predijeron. La película, lanzada en 1993, se aferra con tenacidad a los temas que hicieron famosa a la saga – la corrupción, la brutalidad policial y la pérdida de la humanidad – aunque con una ejecución que, para ser sinceros, resulta a veces predecible y a menudo, un poco torpe. El guion, escrito por Paul Graetz y Terry Peoples, se basa en un esquema familiar: una corporación despiadada, OCP, busca desvincular a un vecindario vulnerable para construir un complejo residencial exclusivo, utilizando sobornos y la manipulación de las autoridades locales. La trama, sin embargo, carece de la agudeza y la sutileza que caracterizaron las entregas iniciales, optando por un ritmo más rápido y un estilo visual que, en ocasiones, recuerda demasiado a un videojuego.

La dirección de Larry Laspah se centra en la acción, y es donde la película brilla – o más bien, donde intenta brillar. Las persecuciones son espectaculares, la coreografía de violencia es brutal y hay secuencias de acción que, a pesar de su excesiva dependencia de efectos especiales, son visualmente impactantes. Sin embargo, esta obsesión por la acción a menudo deja de lado la construcción de personajes y el desarrollo de la atmósfera. El mundo de Detroit sigue siendo un lugar sombrío y amenazante, pero la película lucha por evocar una verdadera sensación de desesperación y pérdida. La ambientación, aunque visualmente sólida, no logra profundizar en las consecuencias sociales de la corrupción y el abuso de poder.

Arnold Schwarzenegger, en su quinta y última interpretación del cyborg, ofrece una actuación más contenida que la de las entregas anteriores. Se centra en la ejecución de las escenas de acción, dejando de lado la exploración de la compleja dualidad de RoboCop – la máquina implacable y el ser que aún alberga un rastro de humanidad. El resto del reparto, incluyendo a Daphne Shephard y Peter Weller, ofrece interpretaciones competentes, pero no logran destacar de manera significativa. La presencia de Weller, en el papel de Lewis Maxwell, un detective del pasado de RoboCop, añade una capa de intriga, aunque su arco argumental se siente un poco apresurado.

A pesar de sus fallos, “RoboCop 3” consigue mantener cierta conexión con los temas que impulsaron la saga original. La película confronta la idea de la vigilancia masiva, la corrupción política y la deshumanización inherente a la tecnología. Aunque el ritmo es desigual y la trama no siempre es convincente, la película ofrece un espectáculo visualmente estimulante y plantea preguntas importantes sobre el futuro de la justicia y la moralidad en una sociedad cada vez más dominada por la tecnología. Es una entrega memorable, no por su brillantez narrativa, sino por su capacidad de evocar la atmósfera y la esencia de la franquicia.

Nota: 6/10