Rock Star (2001)

“Rock Star”, la comedia musical de 2001 dirigida por Gavin MacLeod, es una película que, a pesar de su evidente pretensión, logra encontrar un equilibrio entre el absurdo y la diversión, aunque con la debilidad de una ejecución que nunca alcanza la excelencia. La premisa, un fanático obsesionado con una banda de heavy metal y que, por pura suerte, se convierte en su nuevo vocalista, es intrínsecamente atractiva y ofrece un punto de partida prometedor para una historia llena de potencial cómico.

El guion, escrito por Jason Reed y Michael Lewis, se aferra a lo básico. La trama es predecible y carece de la sofisticación que podría haber elevado la película. Si bien se intenta insinuar una reflexión sobre la obsesión y la búsqueda del éxito, estas ideas se diluyen en un torbellino de situaciones exageradas y diálogos a veces forzados. Sin embargo, se debe reconocer que la película no se toma en serio su propio absurdo, adoptando un tono ligero y ligero que, en última instancia, resulta entretenido. La comedia funciona mejor en las escenas más espontáneas y en las interacciones entre los personajes, especialmente en la relación entre Chris (Mark Wahlberg) y Emily (Jennifer Aniston), que aporta un contrapunto de sensatez y ternura a la locura general.

Wahlberg entrega una actuación convincente como Chris Cole, transmitiendo la ambición, la frustración y, en última instancia, la alegría de un hombre que se ve catapultado a la fama. Aniston, como siempre, ofrece una interpretación sólida, interpretando a Emily con su habitual mezcla de inteligencia y pragmatismo. El resto del elenco, incluyendo a Kurt Russell como el manager de Steel Dragon, aporta matices y, en general, cumple con su cometido. La banda Steel Dragon, recreada con actores, ofrece performances musicales decentes, aunque con una producción que a veces se siente un tanto artificial.

La dirección de MacLeod es funcional pero carece de un estilo distintivo. La película se mueve a un ritmo rápido, manteniendo el interés del espectador, pero no profundiza en los personajes ni en las motivaciones de ninguno de ellos. Las escenas musicales, aunque competentes, no tienen el impacto emocional o la energía que se podría esperar de un relato sobre el mundo del rock. Hay un cierto nivel de nostalgia, principalmente por la época en la que se filmó, pero no se logra conmover ni generar una conexión genuina.

En definitiva, “Rock Star” es una comedia musical olvidable, entretenida pero superficial. No es una obra maestra cinematográfica, ni tampoco un desastre. Es una película que se puede disfrutar como un entretenimiento ligero, sin pretensiones, especialmente para aquellos que recuerden la época en la que la banda sonora de este tipo de películas era la verdadera estrella.

Nota: 6/10