“Rocketman” no es una biografía lineal, sino más bien un torbellino emocional que nos sumerge en la vida tumultuosa y a menudo dolorosa de Elton John. Dexter Fletcher se atreve a construir una película no solo sobre el éxito musical, sino sobre la profunda y persistente búsqueda de identidad y aceptación que ha caracterizado a la figura del icónico pianista. A diferencia de otras biografías musicales, la película se centra menos en los hits y más en las heridas internas que han moldeado su arte y su personalidad. El resultado es una experiencia cinematográfica cautivadora, aunque no exenta de ciertas debilidades.
La dirección de Fletcher es dinámica y estilizada, empleando un uso audaz del color y la música para evocar las diferentes etapas de la vida de John. Los flashbacks, que representan fragmentos de su infancia y adolescencia, están coreografiados con una intensidad impresionante, transmitiendo la sensación de una confusión y un dolor infantil que perduran a lo largo de su vida adulta. El uso del color es particularmente efectivo: el blanco y el gris de su infancia, contrastando con los vibrantes colores de su auge como estrella, refleja visualmente su lucha por liberarse de una jaula emocional. Sin embargo, el ritmo de la película a veces se ve afectado por este estilo, ralentizando el desarrollo de algunos personajes secundarios, aunque la banda sonora, obviamente, siempre recompensa la paciencia del espectador.
Elton John, interpretado por Taron Egerton, ofrece una actuación sorprendente y convincente. Egerton no se limita a imitar la apariencia física del artista, sino que explora con honestidad las complejidades de su personalidad: su vulnerabilidad, su miedo a la intimidad, su adicción a las drogas y sus relaciones complicadas. La química entre Egerton y Jamie Bell (como Kiki Dee) es palpable y añade una dimensión humana a la historia. Bell, en su papel de la también intérprete, aporta un contrapunto interesante, representando una amistad genuina y una vitalidad que contrasta con la melancolía que a menudo impregna la narrativa.
El guion, adaptado de la autobiografía de John, se vale de diálogos ingeniosos y, en general, bien construidos. No obstante, a pesar de sus momentos brillantes, la película cae en clichés y simplificaciones que a veces restan valor a la complejidad de la vida de John. Algunos aspectos de su pasado, especialmente los relacionados con su relación con su padre, se abordan de forma superficial, y las libertades creativas tomadas para condensar una vida tan extensa pueden parecer, en ocasiones, deshonestas. La película se concentra excesivamente en su búsqueda de aceptación por parte de su familia, relegando en segundo plano sus conflictos con su padre, un elemento crucial para entender su desarrollo como artista y como individuo. La representación de su adicción, aunque presente, no profundiza lo suficiente en las causas subyacentes de su comportamiento autodestructivo.
A pesar de estas imperfecciones, “Rocketman” es una película que merece ser vista. Es una celebración del talento, la resiliencia y la búsqueda de la propia voz, y un recordatorio de que el brillo exterior a menudo esconde un dolor profundo. Además, la banda sonora, repleta de éxitos de Elton John, es absolutamente espectacular y contribuye en gran medida al impacto emocional de la historia. El disfrute de la música, en sí misma, vale la pena la experiencia.
Nota: 7.5/10