Romance X (1999)

“Romance X” es, sin duda, una película que no busca complacer a nadie. La cinta de Justine Trietel, que cosechó un inesperado éxito en Francia, nos confronta con una visión inquietante y provocadora del deseo, la infidelidad y la búsqueda de la validación en el amor. A diferencia de las películas pornográficas convencionales, “Romance X” se aferra a la complejidad psicológica de su protagonista, Marie, explorando sus motivaciones con una crudeza que resulta tanto perturbadora como fascinante.

La dirección de Trietel es precisa y deliberada. Evita la estética glamurosa habitual del cine erótico, optando por un estilo visual sobrio, casi documental, que acentúa la sensación de realismo y ambigüedad moral. La fotografía, en particular, es impactante, utilizando el blanco y negro para subrayar la alienación y la oscuridad en la que se mueve Marie. El uso del silencio, frecuente y prolongado, permite que las escenas, aunque explícitas, transmitan una atmósfera de tensión y desesperación que va más allá de la mera descripción física. Trietel no se contenta con mostrar, busca insinuar y sugerir, jugando con la mirada del espectador para generar una respuesta emocional.

Las actuaciones son sólidas, aunque quizás la de la protagonista, Clémence Poesy, no alcance la intensidad que merece. Si bien Poesy transmite la vulnerabilidad y la frustración de Marie, a veces la interpretación queda algo contenida, sin llegar a explorar plenamente las profundidades de su personaje. Sin embargo, los actores secundarios, especialmente el actor que interpreta al semental italiano y al hombre dominador, aportan matices interesantes a sus papeles, creando personajes que son a la vez grotescos y comprensibles. La química entre ellos es palpable, enriqueciendo las escenas de tensión sexual.

El guion es donde reside la verdadera fuerza de “Romance X”. No se limita a presentar una historia de amor fallido y a buscar consuelo en otras relaciones. Más bien, disecciona las causas de la infidelidad, el miedo a la soledad y la necesidad de validación que impulsan a Marie a tomar decisiones tan cuestionables. La película, sin embargo, podría beneficiarse de un desarrollo más profundo de algunos de los personajes, especialmente en lo que respecta a las motivaciones del hombre dominador. La trama, aunque mantiene un ritmo sostenido, podría explorar un poco más las consecuencias emocionales de las acciones de Marie, aunque esta decisión podría haber diluido el impacto de la premisa original.

En definitiva, “Romance X” es una película incómoda, provocadora y, a su manera, inteligente. No es un espectáculo para todos los públicos, pero si se la aborda con una mente abierta y preparada para cuestionar las convenciones del amor y el deseo, se revelan sus complejidades. Es un trabajo cinematográfico que invita a la reflexión y que, sin duda, deja una huella duradera en el espectador.

Nota: 7/10