Rómula (1924)

“Rómula” (1962) de Carlo Lizzani no es un drama histórico monumental en el sentido tradicional, pero sí una radiante y compleja exploración de la corrupción, el poder y la supervivencia en el corazón de la Florencia del siglo XV. La película, con una atmósfera densa y un lento desdoblamiento de la ambición, se erige como una minuciosa disección de la alma humana, donde la moralidad se derrumba ante la seducción del poder. Lizzani, con una sensibilidad considerable para su época, nos presenta una sociedad despiadada, donde las leyes son maleables y la verdad, un lujo que pocos pueden permitirse.

El drama se centra en Romola, interpretada con una intensidad magnética por Silvana Mangano. La joven, hija de un sabio ciego, es una mujer de fortaleza y principios, atrapada en una red de intrigas palaciegas y manipulaciones. Mangano ofrece una actuación sutil pero profundamente impactante, transmitiendo la creciente desesperación y el sufrimiento de una mujer que se ve obligada a abandonar sus convicciones en favor de la supervivencia. Su mirada, a menudo llena de compasión y dolor, es el eje central de la película, atrayendo al espectador hacia su inevitable caída.

La magistral dirección de Lizzani se revela en la meticulosa recreación de la época. No se busca la grandilocuencia visual, sino una autenticidad palpable en la ambientación, en el vestuario, en los detalles de la vida cotidiana. La película no glorifica a la nobleza, mostrando un retrato crudo y realista de sus vicios y debilidades. La fotografía de Roberto Pettrini, con una paleta de colores apagados y una iluminación sombría, contribuye a crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica, reflejando el estado anímico de los personajes.

El guion, adaptado de la obra teatral de Alberto Moravia, es brillante en su complejidad. No simplifica la historia, sino que la explora desde múltiples perspectivas. El personaje de Tito Melema, interpretado por Giancarlo Colusso, es un estudio de la ambición desmedida y la falta de escrúpulos. Su ascenso al poder se construye a base de artimañas y traiciones, y la película no vacila en mostrar la brutalidad de sus métodos. La relación entre Romola y Melema es inherentemente conflictiva, marcada por la desconfianza, la manipulación y la inevitable traición. La película se interroga, con una sutileza admirable, sobre el precio del poder y las consecuencias de comprometer los propios principios.

Si bien el ritmo puede resultar pausado para los espectadores acostumbrados a narraciones más vertiginosas, esta deliberada lentitud permite un mayor desarrollo de los personajes y una comprensión más profunda de la trama. "Rómula" no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza humana y la corrupción del poder. Es una película que invita a la reflexión y que permanece en la memoria mucho tiempo después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 8/10