Ronin (1998)

‘Ronin’, dirigida por John Woo, es mucho más que un simple thriller de acción; es una obra maestra visceral y nostálgica que evoca la elegancia y la melancolía de la época dorada del cine de espías de Hong Kong, pero con la crudeza y la introspección del cine de gánsteres americano. La película, estrenada en 1998, no se preocupa por explicar al detalle cada movimiento ni por desvelar la identidad del jefe misterioso. En cambio, se centra en la evolución de un grupo de ex-soldados y ex-agentes que, gracias a un pasado compartido y a la necesidad de un último trabajo, se ven obligados a emprender una peligrosa misión.

La dirección de John Woo es, sin duda, el corazón de la película. Woo, conocido por su estilizada violencia y sus secuencias de persecución acrobáticas, logra aquí una belleza brutal. Sus escenas de acción son impresionantes, tanto por su coreografía que incorpora el movimiento en el agua como por la estética, donde el movimiento lento y la cámara en movimiento crean una sensación de inminente peligro. Pero la verdadera maestría de Woo reside en su capacidad para transmitir las emociones de los personajes. Cada enfrentamiento no es solo un choque de armas, sino un reflejo de sus heridas internas, sus miedos y sus arrepentimientos. La película se inunda de un melodrama silencioso, donde las miradas y los gestos son tan importantes como los disparos.

El elenco es excepcional. Robert De Niro, Ken Watanabe, Jean Reno y Seiji Takakuwa ofrecen interpretaciones convincentes, cada uno aportando una profundidad y un matiz particular a sus personajes. De Niro, especialmente, ofrece una actuación sorprendentemente vulnerable y llena de matices, mostrando el peso de un pasado marcado por la traición y el fracaso. Watanabe, como Kenji, es el núcleo emocional de la película, un hombre atormentado por sus errores que busca redención. La química entre los personajes es palpable, creando una dinámica de amistad y rivalidad que impulsa la trama.

El guion, coescrito por Woo y Edward Scapin, es notablemente sencillo pero efectivo. Se centra en la trama del espionaje, pero la verdadera fuerza reside en la exploración de temas universales como el honor, la lealtad, la pérdida y la búsqueda de la redención. La película no se queda en la superficie; profundiza en las consecuencias de las decisiones tomadas y en el precio que se paga por el pasado. La ambigüedad con respecto al objetivo final de la misión, al igual que la identidad del cliente, contribuye a la atmósfera de misterio y a la sensación de que nada es lo que parece. La película se beneficia de un ritmo pausado, permitiendo que las emociones y los personajes resalten. La banda sonora, de Lisa Gerrard, complementa a la perfección la atmósfera melancólica y la sensación de peligro inminente.

‘Ronin’ no es una película para los que buscan acción desenfrenada y efectos especiales grandilocuentes. Es una película que se disfruta a un ritmo más lento, que invita a la reflexión y que, en última instancia, te deja con una sensación de melancolía y nostalgia. Es un homenaje al cine de espías clásico, pero también es una historia personal y conmovedora.

Nota: 8/10