Rose (2022)

“Rose” es una película que se erige como un estudio de personajes complejo y, a menudo, desconcertante. Dirigida por Martin Provost, la película se centra en Inger, interpretada con una sutileza excepcional por Stacy Martin, y su viaje en autocar hacia París, un viaje que se convierte en el catalizador para un conflicto interno devastador. La historia no se entrega con la grandilocuencia de un thriller, sino que se construye lentamente, como el desmoronamiento gradual de la psique de su protagonista. La película, aunque visualmente limpia y deliberadamente austera, se sumerge en la atmósfera de la incomodidad y la sospecha, utilizando la tensión social dentro del vehículo como un microcosmos para explorar temas de vulnerabilidad, prejuicio y la búsqueda de la verdad.

La dirección de Provost es precisa y sutil. Evita los golpes emocionales directos y en su lugar, confía en la actuación de Martin para transmitir la creciente desesperación y confusión de Inger. La fotografía es impecable, con un uso cuidadoso de la luz y la sombra que refleja el estado emocional de la protagonista. La ambientación del autocar, un espacio confinado y lleno de desconocidos, es crucial para el desarrollo de la trama y para la creación de la atmósfera opresiva que permea la película. El movimiento de cámara, generalmente plano y estable, contrasta con las emociones turbulentas que se sienten a bordo. Este contraste entre lo externo y lo interno es una de las claves para entender la película.

Las actuaciones son sobresalientes. Stacy Martin, como se ha dicho, es magistral. Su Inger es un enigma en constante evolución, proyectando una mezcla de fragilidad, determinación y una melancolía silenciosa. La química entre Martin y el resto del elenco - especialmente con las hermanas Ellen (Diane Kruger) y Vagn (Laurent Wilky) - es palpable, y contribuye a la sensación de autenticidad que impregna la película. Kruger, en particular, ofrece una interpretación de una hermana preocupada, pero también hostil y quizás, en cierto modo, resentida, lo cual añade una capa adicional de complejidad al conflicto familiar. Sin embargo, es la actuación de Wilky la que, quizás, brilla con más intensidad, mostrando la curiosidad y la desconfianza con que un desconocido se enfrenta a un misterio.

El guion, escrito por Martin Provost y Olivier Asselin, es donde la película alcanza su mayor debilidad. Aunque la premisa es intrigante y el ritmo general es sólido, la revelación del pasado de Inger, y la forma en que se integra en la trama, carece de impacto. La resolución, al final, es algo abrupta y, en cierto modo, decepcionante. La película plantea preguntas interesantes sobre la responsabilidad, el engaño y el trauma, pero no las explora con la profundidad que merecen. La narrativa se aferra a la ambigüedad en ciertos momentos, pero luego la abandona en un giro final que no convence completamente. A pesar de ello, la película consigue generar una gran sensación de incomodidad y un deseo persistente de comprender la verdad detrás de los misterios que se plantean. “Rose” es, por lo tanto, una experiencia cinematográfica perturbadora y estimulante, que merece ser vista pero no necesariamente amada.

Nota: 6/10