Roxanne (1987)

“Roxanne”, la adaptación de 2009 dirigida por Ben Lewin, es una película que, a pesar de no alcanzar la grandilocuencia de su fuente original, Edmond Rostand, ofrece una reflexión sobre la belleza, el amor no correspondido y la incapacidad de la sociedad para apreciar verdaderamente la singularidad. La película no pretende ser una recreación fiel de “Cyrano de Bergerac”, sino una reinterpretación conmovedora que utiliza la premisa del clásico para explorar temas universales con un enfoque más íntimo y moderno.

La dirección de Lewin se caracteriza por su sensibilidad y por una atmósfera melancólica que envuelve la historia. Evita los espectáculos grandiosos y se centra en la vida cotidiana de los personajes, mostrando las relaciones y la rutina de la pequeña comunidad de un pueblo costero de California. Esto permite al espectador conectar con los personajes de una manera más profunda y comprender sus motivaciones. La fotografía, con sus tonalidades suaves y su luz natural, contribuye a esta atmósfera introspectiva, creando una sensación de quietud y contemplación.

La actuación de Rufus Sewell como C.D. Bales es, sin duda, el punto más destacado de la película. Sewell logra transmitir la frustración, la inteligencia y la profunda inseguridad de su personaje con una sutileza admirable. Su C.D. Bales no es un héroe idealizado, sino un hombre con defectos, con una sensibilidad artística reprimida y una necesidad imperiosa de ser visto y apreciado. En contraste, Logan Lipton como Chris McDonell ofrece una interpretación relativamente sencilla, pero efectiva, del bombero que, a pesar de su falta de ingenio verbal, conquista el corazón de Roxanne. La química entre los dos actores es palpable y fundamental para el desarrollo de la trama.

La película no se aventura en la exageración romántica que a veces encontramos en adaptaciones literarias. La relación entre C.D. y Roxanne se construye lentamente, con diálogos sutiles y miradas significativas. El guion, adaptado por la propia Lewin, se centra en la incomunicación, en la dificultad de expresar los sentimientos más profundos, y en el impacto que las expectativas sociales pueden tener en la vida de las personas. La película se toma su tiempo para explorar la psicología de los personajes y para mostrar la belleza en lo imperfecto, en las pequeñas imperfecciones que hacen a cada uno de nosotros único. La trama, aunque un tanto predecible, está bien construida y el desarrollo del personaje de Roxanne, interpretada con matices por Keira Knightley, es particularmente interesante, mostrando su pasión por la ciencia y su deseo de independencia.

Si bien la película carece de la fuerza dramática de la obra original, “Roxanne” es una película sutil, emotiva y contemplativa que invita a la reflexión. Es una historia de amor no correspondido, de orgullo herido y de la búsqueda de la autenticidad en un mundo que a menudo impone estándares de belleza y perfección irrealizables. Una película que, en definitiva, nos recuerda que la verdadera belleza reside en la interioridad y en la capacidad de amar, a pesar de nuestros defectos.

Nota: 7/10