Ruega por nosotros (2021)

“Ruega por nosotros” (Pray for Me) no es una película que deja al espectador con una sensación de euforia post-cine. Más bien, induce a la reflexión, a la inquietud y a un sutil desasosiego que persiste mucho después de que la pantalla se ha apagado. La película, dirigida por J.A. Bayona, no busca el espectáculo y los sustos fáciles del terror convencional; en su lugar, opta por un suspense psicológico lento y atmosférico, construido sobre la fragilidad de la fe y la vulnerabilidad humana.

La historia, que gira en torno a un periodista, Eli Moore, que ha perdido su credibilidad y se ve atrapado en un pequeño y aislado pueblo de Nueva Inglaterra, nos presenta un hombre desesperado por recuperar su carrera. La propuesta que se le ofrece – documentar y fotografiar los aparentes milagros que se están produciendo – parece una oportunidad milagrosa, una vía de escape a su crisis personal. Bayona, a través de su habitual sensibilidad visual, construye un ambiente de inquietud palpable desde el inicio, utilizando la luz y la sombra, la inmensidad del paisaje y la atmósfera opresiva del pueblo para generar una sensación de que algo no está bien. La película se niega a ofrecer respuestas inmediatas, dejando que la sospecha y el misterio se cuelan lentamente en la mente del espectador.

Las actuaciones son sobresalientes. Ben Affleck, como Eli Moore, ofrece una interpretación compleja y matizada. Su personaje es ambivalente, un hombre que oscila entre la desesperación, la ambición y una sutil curiosidad que le lleva a cuestionar las verdades que le presentan. El resto del reparto, especialmente Sarah Paulson y Lucas Hedges, aportan profundidad a sus personajes, construyendo una red de relaciones familiares tensas y llenas de secretos. Paulson, en particular, logra transmitir una mezcla de vulnerabilidad y determinación que resulta conmovedora. La química entre Affleck y Hedges, como sus hijos, es crucial para el desarrollo emocional de la trama.

El guion, escrito por Bayona y Garret Mandoglo, se distingue por su ritmo pausado y su capacidad para generar tensión a través de la sugerencia. La película se centra en el "cómo" más que en el "qué", dejando gran parte de la historia para que el espectador la construya a través de las pistas que se van presentando. La historia explora temas profundos como la fe, la culpa, el trauma familiar y la corrupción del poder. Sin embargo, a veces el ritmo excesivamente lento puede resultar frustrante, especialmente para aquellos que esperan un thriller con más acción y giros argumentales. La deliberada ambigüedad en algunos momentos puede ser confusa, y la resolución, aunque efectiva, podría haber sido más impactante. No obstante, el final, en lugar de ser un clímax explosivo, opta por una reflexión melancólica y una sensación de incomodidad persistente.

Nota:** 7/10