Rustlers' Rhapsody (1985)

“Rustlers’ Rhapsody” no es solo una película; es una celebración exagerada y deliciosamente kitsch del género western musical, un ejercicio de homenaje que recuerda a la época dorada de Roy Rogers y Gene Autry, pero con el humor salpicado y la sensibilidad moderna que hoy esperamos de un cine con conciencia. Hugh Wilson, después del exitoso “Loca academia de Policía”, demuestra una habilidad notable para navegar entre la parodia y el respeto, logrando un equilibrio que pocos directores consiguen con tanta soltura.

La película, situada en el desértico Almería, se beneficia enormemente de un paisaje que se integra a la perfección con la estética del género. Las escenas a caballo, los pueblos polvorientos y las vistas panorámicas evocan la atmósfera de los westerns clásicos, pero la elección de ubicación añade una dimensión visual que sorprende. Wilson mantiene la estética limpia y pulida que ya exhibía en su debut, pero aquí la fotografía es aún más cuidada, resaltando la blancura de la vestimenta de Rex O'Herlehan y la fuerza del personaje principal. La banda sonora, compuesta por música country-western, se complementa a la perfección con la acción, acentuando el espíritu cómico de la película.

El protagonista, Rex O'Herlehan, encarna a la perfección al vaquero ideal del viejo oeste. Su apariencia impecable, su sonrisa encantadora y su habilidad con la guitarra transmiten la inocencia y el heroísmo que caracterizaban a figuras como Roy Rogers. Si bien el personaje podría ser considerado algo estereotipado, O’Herlehan ofrece una actuación encantadora y convincente, dotando al personaje de una vulnerabilidad que lo humaniza y lo hace simpático. El reparto secundario, aunque de menor importancia, también cumple con su cometido, añadiendo matices y complicidad a la trama.

Sin embargo, es el guion el que realmente destaca de la película. “Rustlers’ Rhapsody” no se limita a imitar los westerns musicales. Incorpora elementos de comedia sofisticada, diálogos ingeniosos y situaciones inesperadas que mantienen al espectador entretenido y con una sonrisa en la cara. La trama, centrada en la búsqueda de unos ladrrones de ganado, se desarrolla con un ritmo ágil, evitando la redundancia y manteniendo la tensión dramática en los momentos cruciales. Wilson, además, juega con el formato del western musical, intercalando números musicales que no son meras excentricidades, sino que se integran orgánicamente en la narrativa.

A pesar de sus limitaciones, como la dependencia excesiva en la estética del género y un desarrollo de algunos personajes secundarios algo superficial, “Rustlers’ Rhapsody” es una película agradable, divertida y visualmente atractiva. Representa un ejemplo refrescante de comedia occidental que, en un mercado saturado de producciones de género, se atreve a ser original y a homenajear a los clásicos con respeto y humor. Wilson demuestra su talento para la dirección, ofreciendo una experiencia cinematográfica memorable que evoca la nostalgia y la alegría de la época dorada del cine western.

Nota: 7.5/10