Ruta 29 (1988)

“Ruta 29” es, sin duda, una experiencia cinematográfica que exige paciencia y una disposición a sumergirse en un universo particular y, a veces, desconcertante. Nicolas Roeg, conocido por su estilo experimental y sus narrativas fragmentadas, entrega aquí una de sus películas más desafiantes, una mezcla de drama psicológico, fantasía onírica y un toque de melodrama que resulta a la vez fascinante y, en ocasiones, frustrante. La película no busca ofrecer respuestas fáciles ni proporcionar una trama lineal; más bien, se presenta como un viaje introspectivo a través de la mente atormentada de Linda Henry (Naomi Watts, magistral), una mujer atrapada en un ciclo de dolor y desesperación.

La dirección de Roeg es, como siempre, impecable. Utiliza una fotografía evocadora, con espacios abiertos y una paleta de colores apagados que reflejan la melancolía del personaje. El uso del color es particularmente notable, con contrastes sutiles que enfatizan los cambios emocionales de Linda y la atmósfera de ensueño que impregna la película. La banda sonora, igualmente, es fundamental para crear la atmósfera adecuada, con piezas musicales inquietantes y recurrentes que se entrelazan con la historia y amplifican el estado emocional de los personajes. Roeg no se limita a rodar; construye una atmósfera, una sensación de incomodidad y fragilidad que te invade desde los primeros minutos.

Las actuaciones son sobresalientes. Naomi Watts ofrece una interpretación profunda y conmovedora de Linda, transmitiendo con maestría la desesperación, la angustia y la confusión de una mujer que se ha perdido a sí misma. Gary Oldman, como Martin, aporta un contrapunto de calma relativa y misterio. Aunque su personaje puede resultar a veces ambiguo y, quizás, incluso perturbador, Oldman lo interpreta con una sutileza que invita a la reflexión. El secundario reparto también cumple con creces, aportando matices a la trama y enriqueciendo el universo de la película. La química entre Watts y Oldman es palpable, y la dinámica entre ellos es uno de los puntos fuertes de la película.

El guion, a cargo de Roeg y John Tavner, es complejo y, en ocasiones, difícil de descifrar. Se centra en la búsqueda de Linda de la verdad sobre su pasado, un pasado que la atormenta y que, aparentemente, está ligado a Martin. La película explora temas como la culpa, el trauma, la identidad y la posibilidad de redención. Si bien la narrativa no es directa ni lineal, la película logra generar una poderosa sensación de inquietud y de lo imposible. La película está llena de símbolos y metáforas, lo que la hace abierta a múltiples interpretaciones. El uso de la maquetas de trenes como representación de la vida de Henry Henry, obsesionado con el control y el viaje, es particularmente interesante y se presta a un análisis profundo.

En definitiva, "Ruta 29" es una obra de arte desafiante y peculiar que no pretende complacer. Es una película que te exige compromiso y que te recompensa con una experiencia visual y emocionalmente intensa. No es una película fácil, pero es una película que te dejará pensando mucho después de que terminen los créditos. Es una película que se siente más como una exploración de la psique humana que una simple historia.

Nota: 8/10