“Ruta Suicida” no es un thriller de ritmo frenético ni una comedia negra delirante. Es, en cambio, un relato visceral y, a su manera, sorprendentemente melancólico sobre la red de violencia, corrupción y desesperación que acecha bajo la superficie del desierto americano. Dirigida por Terrence Malick, la película no se limita a la simple narrativa de una escolta policial, sino que utiliza el viaje de Billy an Porteous (Oscar Isaac) y Daisy Domergue (Cristin Milioti) como un vehículo para explorar temas profundos: la soledad, el arrepentimiento, la pérdida y la búsqueda de redención. Malick, conocido por su estilo contemplativo y su uso innovador de la banda sonora, crea una atmósfera densa y opresiva, donde el calor sofocante del desierto se convierte en un reflejo de la tormenta interna de sus personajes.
La película se apoya fuertemente en la inmersión sensorial del espectador. Los planos largos, el uso magistral de la luz y la sombra, y la banda sonora compuesta por Jóhann Jóhannsson (en su última obra) se combinan para generar una experiencia cinematográfica inmersiva, que invita a la reflexión. La fotografía de Emmanuel Lubezki es, sin duda, uno de los grandes atractivos de la película, capturando la belleza y la desolación del paisaje del oeste americano con una sensibilidad única. No obstante, esta cuidada estética, aunque necesaria, también puede resultar a veces un poco excesiva, ralentizando el ritmo narrativo y dificultando la conexión emocional con los personajes. Aunque la dirección artística es sobresaliente, se podría haber dado más peso al desarrollo de los personajes secundarios, quienes, en ocasiones, se sienten reducidos a meros fondos de pantalla.
Las actuaciones son sobresalientes, sin duda. Oscar Isaac transmite la fatiga y el dolor de Porteous con una naturalidad impresionante, capturando su angustia y su sentimiento de culpa. Cristin Milioti, por su parte, ofrece una interpretación delicada y convincente de Daisy, una mujer marcada por la experiencia y decidida a hacer justicia. Ambos actores logran crear una relación compleja y a la vez conmovedora, basada en el respeto mutuo y la necesidad de sobrevivir. La química entre Isaac y Milioti es palpable, y es gracias a ellos que la desesperación contenida en la trama se convierte en una experiencia emocionalmente impactante. Sin embargo, a veces, el guion, aunque inteligente, se centra demasiado en la introspección de los personajes, diluyendo la acción y el suspense.
A pesar de algunos momentos de lentitud y una dependencia excesiva de la contemplación, “Ruta Suicida” es una película difícil de olvidar. Malick logra crear un universo visualmente deslumbrante y emocionalmente resonante, que permanece en la memoria con una fuerza innegable. No es una película para todos los públicos, pero aquellos que se atrevan a sumergirse en su atmósfera particular encontrarán en ella una experiencia cinematográfica profundamente enriquecedora. Es una película que obliga a reflexionar sobre la naturaleza humana, la fragilidad de la vida y la importancia de elegir el camino correcto, incluso cuando el destino parece conspirar en tu contra.
Nota: 7/10